Los equipamientos culturales, la red de metro o el cierre de la SE-40 son algunos de los proyectos de la ciudad soñada que siguen en obras o sobre plano. ABC repasa cada uno de los hitos que ya deberían estar al servicio de los sevillanos
La Sevilla de los bocetos, la ciudad prometida por las distintas administraciones que lleva décadas proyectada y nunca ejecutada se reivindica cada año en el balance anual de empresarios, sindicatos y plataformas civiles. Pocos territorios como este tardan tanto en ver levantadas sus infraestructuras y ... restaurados sus monumentos. Las noticias de los últimos días lo demuestran: Bilbao inaugura la ampliación de su museo de Bellas Artes, mucho más pobre en fondos, sólo cinco años después de proponerlo. Va ya para dos décadas el compromiso de reformar la pinacoteca sevillana, considerada la segunda mejor de España, para poder exponer las obras que siguen guardadas en sótanos por la falta de sitio y todavía no está ni siquiera decidido el nuevo espacio para empezar a tramitar la obra.
Tal vez haya que esperar a que otra Exposición Universal como la del 92 obligue a cumplir los compromisos y diera forma a la Sevilla prometida, la que tendría ya su museo de Bellas Artes concluido, con la adhesión del Palacio de Monsalves y la biblioteca Alfonso XII. Y el Arqueológico rehabilitado y abierto al público con el diseño original de Guillermo Vázquez Consuegra, al que el Ministerio de Cultura pidió que lo redujera para abaratar costes. Ahora acaban de empezar las primeras obras tras dos décadas de demora. Desojando la margarita siguen los edificios vecinos del Pabellón Real y el Museo de Artes y Costumbres, que tendrán que celebrarán su primer centenario sin las reformas necesarias.
Una ciudad que no admite demoras también tendría concluido el proyecto de las Atarazanas, que son los astilleros más antiguos del mundo, y en el que se ha involucrado una institución privada. Si la voluntad política lo hubiera permitido, tan singular monumento hubiera sido sede del centro CaixaForum y no un contenedor cultural sin contenido como es ahora.
El mapa cultural lo completan dos enclaves heredados: la Fábrica de Artillería y Santa Clara, cuyas rehabilitaciones siguen a medias. La gigantesta factoría, de la que salieron los leones del Congreso de los Diputados, ha recibido un importante impulso en los tres últimos años, pero queda mucho todavía para que todo el espacio esté totalmente en uso. Exactamente la mitad. El Ayuntamiento es propietario del mismo desde 2007 cuando se firmó el convenio con el Ministerio de Defensa y la aspiración de los políticos que lo rubricaron fue convertirlo en un recurso como las antiguas naves del Matadero de Madrid que tienen funciones de centro de congresos, plató de rodajes o espacio para emprendimiento.
El antiguo convento de las clarisas está en unas condiciones muy parecidas. Es patrimonio municipal desde 2001, pero sólo una parte está al servicio de los ciudadanos. Hoy, más de 20 años después, aún queda casi un 60% del monasterio sin rehabilitar de los más de 9.700 metros cuadrados construidos.
Las infraestructuras, capítulo aparte
Finalizado el capítulo de los equipamientos culturales, toca abrir el de las infraestructuras, quizá el más sangrante de todos por la suma de agravios. Sólo por el tiempo que Sevilla lleva esperando su red de metro, un derecho reconocido nada menos que en una ley estatal de 1975 que todavía sigue en vigor, habría que colocar este proyecto en el primer puesto. Las dificultades técnicas para construir túneles y estaciones dejaron la obra abandonada y no fue hasta varias décadas después cuando se rescató. La primera línea se inauguró en 2009, treinta años después del inicio de los trabajos y hasta ahora es la única que está en servicio. Habrá que esperar hasta 2030 para ver otro tren rodar por la mitad de la siguiente línea que se ejecuta ahora. Las otras dos y media propuestas no tienen ni fecha ni presupuesto.
Si el compromiso se hubiera hecho efectivo Sevilla tendría ya su red completa como el resto de las ciudades españolas del mismo tamaño. Sólo por hacer la comparación, Bilbao dispone ya de tres líneas en servicio y planea la construcción de una cuarta y Valencia dispone de nueve, incluida la conexión con su aeropuerto y con el de Alicante. Hasta Málaga adelanta a Sevilla en número de líneas con dos ya en servicio, a pesar de tener la mitad de población.
El segundo hito de la Sevilla prometida es la autovía SE-40, de la que hay construidos 38 de los 77 kilómetros de longitud que tiene. La fase más compleja, que es el paso del río para enlazar Dos Hermanas y Coria, está al inicio de la tramitación después de que el Gobierno tumbara el proyecto de los túneles, cuyas obras habían empezado, por el excesivo coste y en este caso, como en el del Museo Arqueológico, se ha cambiado el proyecto por una solución más barata, que aquí es un puente.
La ciudad que diseñaron las administraciones no contemplaba nuevos obstáculos en el canal de navegación del río que es lo que da vida al Puerto y a las más de 200 empresas que están allí radicadas y que facturan en conjunto 1.300 millones de euros. Pero la imposición de un ahorro ha pesado más que la conclusión de la infraestructura tal como estaba proyectada. El nuevo compromiso es cerrar el anillo en 2030 con una aportación presupuestaria de 972 millones de euros. Veremos si esta vez algún responsable público es capaz de cumplir su palabra.
Los escasos siete kilómetros que separan la estación de Santa Justa del aeropuerto de San Pablo se antojan insalvables cuando hay que abordar su conexión ferroviaria. Más de 17 años llevan los sevillanos esperando el ramal que dé continuidad a la red de Cercanías para cubrir el trayecto. La inversión es «más que asumible», como han repetido una y otra vez los políticos, sin que ninguno la asuma. Si la Sevilla prometida hubiera sido una realidad, esta infraestructura hubiera podido dar respuesta a la creciente demanda de San Pablo, que ha afrontado una ampliación cuarenta veces más costosa que la propia conexión ferroviaria. La ciudad tiene ahora un aeródromo de primera que cerrará este año por encima de los ocho millones de viajeros, con infraestructuras obsoletas.
Ganar población
El crecimiento de los barrios a través de las poquísimas bolsas de suelo que quedan vacías es otro de los capítulos de la Sevilla de los bocetos. Desde el periodo de Sánchez Monteseirín han permanecido bloqueados los desarrollos residenciales previstos en Palmas Altas, el Pítamo, San Nicolás Oeste y Santa Bárbara, que cubren casi todo el perímetro del término municipal. El desvío de fondos que pagaron los promotores para sufragar los sistemas generales a proyectos personalísimos como las Setas provocó un retraso de quince años en la construcción de nuevos barrios. La crisis económica de 2008 hizo el resto, empujando a familias jóvenes a marcharse a municipios del área metropolitana que ofrecían viviendas a precios más asequibles.
Ese problema, unido a la caída de la natalidad, ha afectado al censo de la ciudad, que se aleja cada vez más de la frontera los 700.000 habitantes. De todos estos proyectos planteados dos han tomado la delantera, Hacienda Rosario y Palmas Altas. Lo hacen casi dos décadas después, cuando el resto de municipios han apurado el último impulso constructor con nuevas urbanizaciones como Vega del Rey, en Camas; Nuevo Bulevar, en Mairena del Aljarafe o Entrenúcleos, el gran proyecto de Dos Hermanas que tendrá la envergadura de una nueva ciudad cuando haya concluido.
Palmas Altas es la más avanzada, con una previsión de 2.800 viviendas de renta libre y VPO. Las obras ya están en marcha y desde la autovía se aprecia a simple vista la delimitación de manzanas y las estructuras de los bloques del futuro barrio. Le sigue Hacienda Rosario, una gran pastilla de suelo de 33.000 metros cuadrados junto al polígono Parsi que era propiedad del promotor Gabriel Rojas. El testigo se lo pasó a Aedas Home, que comenzó a edificar a finales de 2017. El proyecto total contempla la construcción de 1.047 pisos distribuidos en siete urbanizaciones.
El tercer desarrollo que está en marcha es el de la nueva barriada de la Cruz del Campo. Este verano comenzaron las obras, con 17 años de retraso, aunque la Sevilla prometida planteaba una urbanización residencial de lujo ideada por arquitectos de renombre. Se anunció en 2006 y el cartel no tenía parangón: Jean Nouvel, Norman Foster, Arata Isozaki y Guillermo Vázquez Consuegra. Cada uno iba a proyectar una manzana residencial, además de un hotel, un museo y un parque.
Sobre el papel sigue aún San Nicolás Oeste, que se desbloqueó hace sólo unos meses tras una larguísima espera y numerosos proyectos perdidos. Entre ellos está el de la tienda Ikea, que iba a ser la primera de Andalucía y que finalmente recaló en Castilleja de la Cuesta. El motivo de ese fracaso fue la dudosa situación administrativa del terreno. Y no precisamente de cualquier terreno, dispone de una superficie de 1,4 millones de metros cuadrados, destinados a actividades productivas, servicios avanzados, terciarios, gran superficie comercial y residencial. La capacidad es para 450 viviendas, de las que un tercio serán protegidas.
Y en último lugar, el Pítamo, la gran oportunidad de crecimiento por el sur. Este es el mayor de todos los barrios anunciados, el que venía a dar la solución definitiva a la caída del censo, pero su situación sigue todavía en el limbo legal. Un recurso de la Junta por una tramitación incompleta ha dado al traste con los planes iniciales. Al retraso acumulado se suma ahora una nueva demora de entre dos y cinco años que son necesarios para reiniciar el papeleo entre administraciones. El Pítamo, situado junto a la urbanización nazarena de Montequinto, tiene capacidad para casi 10.000 viviendas.
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La reurbanización de Santa Justa cierra este capítulo dedicado a los desarrollos pendientes. La ciudad soñada tenía en su mano completar el diseño del entorno de la estación con un proyecto de los arquitectos Antonio Cruz y Antonio Ortiz, que llegaron a redactar el anteproyecto. Aquel diseño se descartó poco después, sustituyéndolo por otro elaborado por los técnicos de la Gerencia de Urbanismo. La opción de recuperar ese proyecto emblemático vuelve tras el cambio en el gobierno municipal, pero de momento todo es un compromiso como tantas cosas.
Singular será igualmente el futuro distrito portuario, cuyo plan maestro tiene sello sevillano, el estudio de arquitectura Eddea. El futuro muelle urbano prometido por el Puerto de Sevilla ya empieza a acumular retrasos con respecto a las fechas ofrecidas por su presidente, Rafael Carmona, volviendo a escribir otro capítulo de la Sevilla en los planos.
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