Entrevista Yolanda Pacheco
«Ni con la tercera vacuna Covid se logra generar anticuerpos en determinados sectores de la población»
La investigadora Yolanda Pacheco, que trabaja en el Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBiS), lidera un ambicioso proyecto de investigación sobre la respuesta inmunológica de las vacunas contra el Covid en personas mayores de 65 años y trasplantados renales
«Las únicas vacunas que evitan la transmisión del Covid son las intranasales»
La investigadora Yolanda Pacheco en el Instituto de Biomedicina de Sevilla
¿Se puede avanzar algo del estudio?
No tenemos resultados firmes todavía pero estamos buscando predictores inmunológicos que nos permitan anticipar cómo van a responder estas personas a las vacunas, cuál va a ser, en definitiva, su reacción. En el caso de inmunosuprimidos como los ... trasplantados, o en el caso del envejecimiento por la inmunosenescencia, sabemos que responden peor. Y queremos averiguar cuáles son las características inmunológicas que hacen que ese paciente responda peor.
¿Estamos hablando de la generación de anticuerpos?
No exclusivamente, también investigamos la respuesta a nivel de células T porque tienen un papel muy importante tanto en la infección como en la respuesta vacunal.
¿La respuesta de estas personas a las vacunas es inferior al del resto de la población?
Sí, pero con ciertos matices. En el caso de los trasplantados, la tasa de respuesta sí es mucho más baja que la general. La primera dosis, a la que el resto de la población genera anticuerpos en prácticamente el cien por cien de los casos, en no superó el quince por ciento esta población. Tras la segunda dosis de la vacuna esta cifra se acercó al cincuenta por ciento, de modo que la mitad de estas personas seguía sin generar anticuerpos que les pudieran proteger del virus. Aunque no hemos podido medir la respuesta de las células T aún, lo previsible, dicho con todas las cautelas, es que tampoco deben generar una respuesta importante o, al menos, suficiente, para ayudar a los linfocitos a generar esos anticuerpos. De todas maneras, la hipótesis contraria aún no la hemos descartado.
¿Y qué ocurre en estas personas tras recibir la tercera dosis de la vacuna?
En el 70 por ciento de ellas se generan anticuerpos pero sigue habiendo aún 30 por ciento que no los generan, lo cual es un problema importante. Con nuestro estudio queremos averiguar qué está fallando en el sistema inmunológico para buscar algún tipo de inmunomodulador que facilite esa respuesta. No podemos olvidar que estos pacientes están terapéuticamente suprimidos, lo que dificulta tremendamente la respuesta vacunal.
¿Qué pasa con los mayores de 65 años?
Ellos han respondido muy bien desde la primera dosis y han generado anticuerpos en casi el cien por cien de los casos, un porcentaje más elevado incluso que en el de otras vacunas víricas tradicionales. El resultado con las nuevas plataformas vacunales ARN mensajeros es mejor que el de la vacuna de la gripe, aunque en el caso de los mayores de 65 años se generan menos títulos de anticuerpos que en jóvenes, adultos y personas de mediana edad. Por eso es necesario la cuarta dosis en el caso de las personas mayores: todos perdemos anticuerpos, con una pendiente similar, pero ellos se quedan sin anticuerpos en menos tiempo que los demás porque producen menos.
¿En cuánto tiempo?
En seis u ocho meses, según los últimos estudios que se han hecho. En general, vemos que se pierden el 80 por ciento de los anticuerpos en ese tiempo. Por eso se priorizó rápidamente la tercera dosis a las personas mayores.
Esta rapidez con que se ha revacunado parece haber generado problemas inmunológicos en algunas personas. ¿No se debían de haber distanciado un poco más las dosis para evitarlo?
Lo suyo hubiera sido que las primeras dosis se hubieran distanciado más pero fue necesario acortar los plazos para tener el mayor volumen de población vacunada en el menor tiempo posible. Cuando se estimulan las células memoria con el antígeno de la vacuna, hablamos de distinto tipo de células y podría darse el caso de que se estimulen tanto las células efectoras que generan esa respuesta generadora de anticuerpos como las células memoria supresoras, que suprimen a las células efectoras. El riesgo es si con la dosis adicional se puede tener un efecto contrario al buscado, estimular esa supresión. Es un tipo de efecto negativo que puede sospecharse, pero en la mayor parte de los casos, el efecto es un refuerzo de esa producción de anticuerpos. Y, por tanto, merece la pena a nivel poblacional. También se han visto algunos casos de activación de enfermedades autoinmunes que podrían estar relacionados con esto, pero se trata de personas con predisposición a sufrir este tipo de patología. Sí que parece claro ya que una deriva a múltiples refuerzos periódicos para todos, como se empezó a plantear hace algún tiempo, no tiene ningún sentido.
¿Qué tiempo suele establecerse entre dosis y dosis en una situación que no fuera de emergencia sanitaria?
Lo normal con las vacunas víricas es seis meses entre la primera y segunda dosis, y otros seis meses entre la segunda y la tercera. Pero no se puede olvidar que hemos vivido una situación de emergencia sanitaria.
¿Las personas que hayan pasado el Covid necesitan la tercera dosis?
En mi opinión, no es necesario porque tienen ese refuerzo natural. Pero la tercera dosis ha sido muy útil para recuperar y mejorar la protección frente a omicron y para reducir la carga viral y, por tanto, la transmisibilidad en infectados. Además, está claro que la pauta inicial de dos dosis no genera una inmunidad duradera y, entre otras cosas, puede ser por el poco tiempo que transcurre entre ellas. En las vacunas frente a virus que tenemos en calendario, todas son de tres dosis, así que una tercera dosis, más que un refuerzo, parece ser necesaria para completar la pauta.
En las primeras olas de la pandemia murieron muchas personas infectadas con Covid por la famosa tormenta de citoquinas, una exagerada respuesta inmunológica. ¿Se ha conseguido ya evitar por completo?
Yo no soy ninguna experta para responder esto, pero basándome en lo que vamos conociendo por publicaciones científicas sobre la experiencia médica, la tormenta de citoquinas es algo que forma parte del curso clínico del Covid, de la segunda fase, llamada inflamatoria, que es algo que no ha desaparecido pero, afortunadamente, se controla mucho mejor ahora por distintos factores. La vacunación nos protege de enfermedad severa o de la muerte, bloqueando la progresión a esa fase de la enfermedad. Sin embargo, en personas no vacunadas o con comorbilidades, o en inmunocomprometidos, el riesgo de severidad sigue siendo muy importante y se puede llegar a esa fase.
¿Qué se hace ahora en estos casos?
Para estos casos vulnerables, hay una segunda línea de defensa: los tratamientos, que se han mejorado muchísimo respecto a las primeras olas, en las que no se conocía bien como tratar a los pacientes y no existían terapias específicas. Ahora contamos con antivirales efectivos y con terapias de anticuerpos monoclonales. Estas terapias pueden utilizarse en la primera fase de la enfermedad (llamada viral) en pacientes con riesgo de progresión y así evitar la fase inflamatoria. Y si aun así, se llega tarde con la terapia antiviral y ya se ha entrado en la fase inflamatoria, también se conoce mejor cómo tratar esta fase con determinados corticoides y otros antiinflamatorios.
¿Ayuda que la variante omicron sea menos virulenta que las anteriores?
Sí, con la delta la evolución era peor y esta variante es un tercer factor a nuestro favor porque es menos patogénica. La omicron, al ser mucho más transmisible, ha desplazado a las variantes previas, que eran mas virulentas. Omicron genera cuadros más leves (mas aún con la dosis de refuerzo, pero incluso tras la pauta de dos dosis). Con dos dosis, a los 5-6 meses se han perdido gran cantidad de anticuerpos neutralizantes, pero como la respuesta T parece mantenerse bastante operativa, parece suficiente para prevenir la progresión a la fase inflamatoria. Con la tercera dosis, la ventaja es aumentar los anticuerpos, que pueden controlar mejor la carga vírica en la primera fase de la enfermedad. Se ha debatido si la menor virulencia de omicron es simplemente consecuencia de la vacunación, pero no parece deberse solo a eso. La infección por omicron se restringe normalmente a las vías respiratorias altas, porque alguna de las mutaciones que conlleva le dificulta establecer infección en pulmón, que es lo que genera más inflamación. Las cifras de ingresos hospitalarios son ahora mucho más bajas también por esto.
¿Se atisba algún riesgo superior en la nueva variante XE, aparte de su mayor transmisibilidad?
Es pronto para asegurarlo, sobre todo en lo que a secuelas se refiere, pero no parece ser más patogénica. Estas variantes recombinantes se generan fácilmente en la situación actual: una alta circulación de distintas variantes simultáneamente… Esto favorece las co-infecciones, en las que pueden generarse estas recombinaciones. En este caso, las variantes omicron BA.1 y BA.2 han generado una nueva versión “mezcla” que resulta ser aún más transmisible que las individuales
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