Muere el ficus de San Jacinto y el Ayuntamiento de Sevilla lo retirará
El consistorio confirma que el árbol centenario no tiene «posibilidad de recuperación» y plantará un nuevo ejemplar
Evelia Rincón anuncia que el Ayuntamiento de Sevilla retirará el ficus de San Jacinto
Los ecologistas piden conservar el ficus de San Jacinto «vivo o muerto» como «icono» de Sevilla
Aspecto del ficus de San Jacinto a finales de agosto
La historia del ficus de San Jacinto no tiene final feliz. Técnicos del Ayuntamiento de Sevilla afirman en un informe, al que ha tenido acceso ABC, que el árbol centenario está «muerto» y sin «posibilidad de recuperación», por lo que ... recomiendan su «eliminación» y «la plantación de un nuevo ejemplar» de una especie que pueda «compensar los beneficios medioambientales» y «paisajísticos» del ficus.
Este informe pone punto y final a la vida de un árbol plantado en la esquina de la parroquia de San Jacinto en 1913 y que en la segunda década del siglo había enfrentado a vecinos del barrio de Triana.
Ante este documento, el Ayuntamiento de Sevilla, a través del área de Arbolado, Parques y Jardines, retirará el ficus de San Jacinto por las consecuencias producidas por el intento de tala producido en 2022, aprobado por el anterior gobierno municipal, que redujo en un 70% las proporciones del ejemplar.
La delegada de Arbolado, Parques y Jardines, Evelia Rincón, ha señalado que, «según un informe realizado por los profesionales de Parques y Jardines el descope total del ejemplar llevado en agosto del 2022, ha provocado una serie de circunstancias que han derivado su colapso». En esta línea, Rincón ha señalado que «este informe indica que este árbol singularno tiene posibilidad de recuperación».
Unos abogaban, junto con el párroco, por talar el ficus, por el peligro de los desprendimientos de sus grandes ramas —que provocaron algún accidente— y por la afectación a la integridad arquitectónica del templo. Y otros defendían el valor patrimonial y paisajístico de un árbol centenario y sano, que formaba parte del paisaje del arrabal.
Los acontecimientos se precipitan en 2021, tras un informe aportado por la parroquia, firmado por un arquitecto, advirtiendo del daño que las raíces estaban ocasionando a la estructura del templo. La Delegación de Parques y Jardines emitió entonces un contrainforme señalando que esos riesgos se podían minimizar con intervenciones periódicas. Sin embargo, el documento no obtuvo respuesta alguna.
Un año después la parroquia solicita a la Gerencia de Urbanismo licencia para el apeo del árbol, a la que el Ayuntamiento, con Antonio Muñoz en la alcaldía, da luz verde. La tala comienza el 17 de agosto de 2022, pero al día siguiente un juzgado paraliza los trabajos, tras las denuncias de asociaciones y colectivos ecologistas. Pero el daño ya estaba hecho, a pesar de los brotes verdes que mostró el árbol unos meses después de su poda.
Tras la sentencia firme el Ayuntamiento se comprometió a tomar las medidas oportunas para su mantenimiento y recuperación de un ejemplar al que el inicio de la tala había dejado sin su gran copa y con solo en pie su tronco principal, a la mitad de la altura que tenía el ficus.
Ese traumático «desescope» del ficus realizado en «pleno agosto de 2022» que eliminó toda su «masa foliar», considera el informe de la Delegación de Parques y Jardines, dejó expuesta «a la insolación directa e intensa» en agosto la superficie del tronco, lo que, a la postre, «ha provocado su colapso final». De hecho, la eliminación de la sombra que le daba la copa, afectó de manera determinante al ficus, a «pesar de cubrirse gran parte de la corteza con arpillera y ser humectada en las noches de mayor temperatura».
Hongos
A ello hay que sumar que a partir de ese momento aparecieron «hongos saprofitos» que aprovecharon la «debilidad y precariedad del ejemplar». Además, los técnicos detectaron «fructificaciones abundante de «sparassis crispa en las raíces emergentes del ejemplar», es decir, un hongo «descomponedor de la madera, que indica una pudrición avanzada» del tejido de las raíces del árbol.
Finalmente, el informe señala que en las catas realizadas en el alcorque existente, se detectó que «a lo largo del tiempo» se fueron superponiendo capas de pavimento que «también facilitaron la precarización» de las raíces, que ha podido ser «otro de los factores de su dificultad en recuperarse y que regenerara nuevas raíces.
Por todo ello, «el ejemplar no tiene posibilidad de recuperación», por lo que «se irá descomponiendo poco a poco a un ritmo no predecible», que dependerá las condiciones atmosféricas y la actuación de los hongos.
Por ello, el informe recomienda «la eliminación del árbol muerto y la plantación de un nuevo ejemplar que pueda compensar los beneficios medioambientales, paisajísticos y ecológicos que proporcionaba el ficus en su máximo momento de esplendor, huyendo de los conflictos que pudieran surgir en cuanto a funcionalidad, seguridad, competencia con espacio y molestias a los ciudadanos».
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