Torera reconciliación
La mañana retrotaía dos décadas atrás a todos los curristas que hoy se daban cita en La Algaba. El mismo sol, el mismo pueblo, la misma plaza y casi la misma gente. Por ahí andaba María Luisa Guardiola, organizadora de aquel benéfico festejo. Desde el balconcillo del cielo se asomaban Fernando Domecq, ganadero de Zalzuendo; Gonzalito, su inseparable mozo de espadas; y Rafalito Chicuelo, que acababa de tomar asiento póstumo para acompañar a Curro, su amigo Curro, a quien ahora le encomienda el decanato hispalense. También estaba Morante de la Puebla, su alternante en aquel festival postrero. Se reencontraban así las dos últimas leyendas del toreo sevillano, tanto tiempo distanciadas, que se fundieron en un sentido abrazo.
Junto a ellos estaban Rafael Torres, Tomás Campuzano, Emilio Muñoz, Juan Antonio Ruiz 'Espartaco', Miguel Báez 'Litri', Juan José Padilla, Dávila Miura, Manuel Escribano, Pablo Aguado, Rafael Serna, Alfonso Cadaval, y un largo etcétera de toreros que compartían emociones. La satisfacción por el homenaje a Curro y la pena por la pérdida de Rafalito, que murió cinco horas antes con la esperanza de poder acompañar a su amigo. «Será difícil parecerse a él como persona y como torero, que era inmenso. Dios lo ha recogido y ya lo lleva en brazos a la gloria», señaló el Faraón de Camas.
Cautivo de la tauromaquia
Inició el homenaje el director de ABC de Sevilla, Alberto García Reyes, asegurando que «el toreo de Curro siempre ha sido una elegía a la soledad. Él, el toro y nadie más», como si se tratase de «un cautivo de la tauromaquia». García Reyes recordó la vida y carrera del Faraón de Camas, un hombre «incómodo con el elogio» que encuentra similitudes en los problemas actuales de España y del toreo: «Nadie se para. Todos hablan mirando al reloj sin enterarse de lo que se les dice porque piensan en la prisa que tienen por irse». «Ésa es la diferencia entre Curro y los mortales, que él se fue sin pensarlo», señaló el director de esta casa.
Curro Romero aseguró haber deseado «que la plaza estuviera dispuesta y poder torear» para los presentes. Gracias al alcalde, a mis compañeros por arroparme y a la Algaba, con la de toreros y picadores que ha tenido. Un plaza original y con una solera inmensa». Tras sus palabras fue Carlos Urquijo, ganadero y poeta, el que recitó unos sentidos versos brindados al Faraón, y a continuación la Asociación Musical de La Algaba interpretó el pasodoble Curro Romero.
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete