Un «pacificador» que no consiguió calmar a Hitler

La política de apaciguamiento tuvo su culmen en los Pactos de Múnich, que entregaron los Sudetes , territorio de la República Checoslovaca, al Reich, con la garantía dada por Hitler a Chamberlain de que en ese punto se acabarían las reivindicaciones territoriales alemanas. El engaño del que habían sido objeto los políticos europeos se mostró claramente tras la ocupación incruenta y desmembración de la República Checa, incorporada al Reich como protectorado, y la creación del estado títere de Eslovaquia. Sin embargo, estos hechos hicieron despertar al Primer Ministro inglés de su letargo, al igual que a otros sectores más o menos contemporizadores con el nazismo en las filas conservadoras, lo que llevó a Londres a abandonar la política de tibieza frente a Hitler. Fue el inicio de planes progresivos de rearme y de una posición de firmeza ante cualquier presión germana, que culminaron con los pactos y garantías dados a Polonia por parte del Reino Unido y Francia de mantener tanto su independencia como su integridad territorial.

Tras el inicio de la contienda, la figura y la política de Neville Chamberlain fue cada vez más cuestionada, tanto dentro del Gabinete de Guerra como en el propio Gobierno y Parlamento, hasta provocar su caída en medio de una grave crisis producida por la fallida expedición a Noruega y la inactividad de las tropas estacionadas en Francia.

Apoyado permanentemente por el que sería su sucesor, Winston Churchill, a pesar de las profundas diferencias habidas entre ambos en los años 1939 y 1940, Neville Chamberlain fue una de las figuras más prestigiosas y más respetadas del Partido Conservador, aunque muy contestada por el Partido Laborista, sobre todo en cuestiones de política exterior, tanto por la postura oficial de no-intervención durante la Guerra Civil española como por su falta de respuesta a las provocaciones militares de Hitler o Mussolini.

Ministro de Sanidad, de Finanzas y jefe del Partido Conservador a lo largo de su carrera política, las múltiples adhesiones personales a su figura y a su labor como primer ministro han quedado ensombrecidas por su falta de visión y perspectiva sobre el nazismo y sobre Adolf Hitler, quedando como figura icónica del apaciguamiento. Retirado del gobierno en 1940, y apartado de la vida pública debido a problemas de salud, aún mantuvo una colaboración plena con Winston Churchill desde el Consejo de Estado hasta su muerte, ocurrida en ese mismo año.

Archivo Fernández-Xesta