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En primera persona

Viajar a Turquía y recuperar el pelo que tenía a los 17 (II): así es la operación de un trasplante capilar

Tres días en Estambul, cinco horas y media de operación y de vuelta a casa... con pelo

E. de Rivas

Con todo listo y con más nervios que pelos estaba yo en Barajas escudriñando la fila del avión, viendo si alguno iba a Turquía a lo mismo que yo, a hacerse un trasplante capilar . Este podría… este no… este ni de broma, ya quisiera yo su pelo… este fijo. Y si no debería. Si algún día te ves en la misma situación que yo, te acordarás de esto, porque harás algo parecido, más por tranquilizarte que por otra cosa.

(Quizás no entiendas nada de lo que estoy contando… pincha aquí y lee el primer capítulo de esta historia capilar y sabrás de lo que hablo. Si no quieres, sigue leyendo, que tampoco es tan complejo)

Aterricé en Estambul a las 23 horas, después de cuatro horas de vuelo y dos películas de esas de domingo por la tarde para echar la siesta. A la salida me esperaba un señor con un cartelito con mi nombre y el de la clínica. Este me llevó a otro y ese otro a un tercero, que a su vez me metió en el coche de una cuarta persona… cosas de Turquía. No era la primera vez que estaba allí, así que tampoco me sorprendió demasiado. Eso sí, tardé cuatro horas de Madrid a Estambul y dos horas y media del avión al hotel. Pero ya estaba allí.

El Dr. Serkan Aygin durante la consulta

Al día siguiente aproveché la mañana para hacer algo de turismo, ya que no tenía cita hasta la tarde con el Dr. Serkan Aygin . Me recogió un coche en el hotel para llevarme a la clínica y allí sabía que me esperaba una traductora, aunque de repente todo el mundo hablaba español . Y los que no sabían lo intentaban, así que te hacían sentir cómodo. Al poco llegó el doctor.

Hablamos un rato en un perfecto diálogo turco-español en el que ninguno de los dos entendía nada de lo que decía el otro, pero que gracias a la traductora llegaba a buen puerto. Me preguntó mi edad mientras me manoseaba el pelo y después cogió un lápiz de ojos para dibujarme lo que sería mi nueva línea . «Yo creo que así quedaría natural y acorde a tu edad», aseguró. Por mí bien. Y entonces se dirigió a su equipo para decirles que serían necesarios 3.500 folículos y que me los extraerían únicamente de la nuca, sin tocar mi barba (si no hay suficiente en la parte trasera, a veces recurren a la barba e incluso al pelo del pecho).

La nueva línea dibujada por el doctor

Después seguimos hablando para resolver las dudas que tenía . Serán las mismas preguntas que le harías tú si fueras, porque más o menos es lo que preocupa a todos aunque te hayas informado en mil sitios antes de viajar. Le pregunté por la apariencia de mi pelo cuando creciera y me aseguró que sería completamente natural, porque colocan cada folículo estudiándolo al detalle para que quede lo mejor posible. También me interesaba cuánto tardaría en crecer (verme rapado no era el sueño de mi vida) y para eso tendré que esperar un poco. El resultado definitivo no se ve hasta los 12 meses, 18 si me pusieran pelo también en la coronilla. Pero de momento ahí el cartón lo tengo cubierto, me libro.

Yo, que soy un poco blando para esto de los médicos y las medicinas, estaba un poco tenso con la operación. Me aseguraron que no me dolería nada (al día siguiente comprobé que era cierto, que no querían engatusarme) y reconocieron que había riesgos, pero mínimos y estaban prevenidos para poder solventarlos. Vamos, como si vas a sacarte un diente al dentista y te tienen que pinchar.

Había otro aspecto que me intrigaba. Había leído que Turquía era una de las potencias mundiales en esto del trasplante capilar pero no acababa de de entender por qué era tan barato en comparación con España . Pues igual que aquí había una época en la que nos quejábamos de que venían los ingleses a operarse gratis en la Seguridad Social, en Turquía lo que hacen es fomentar el turismo sanitario y subvencionan a las clínicas el 20 o el 40 % del coste de la operación. Tienen que pasar controles, lógicamente, para conseguirlo, pero así consiguen bajar los precios.

El día D: la operación

A las 7.45 me recogieron en el hotel para ir al hospital. Desayunado y todo. Un desayuno ligero, sin cafeína, como me pidieron el día anterior. Al llegar me esperaba una nueva traductora que me acompañaría durante toda la intervención. Me llevó a firmar unos papeles y me dio una pastilla sedante . No estaba nervioso, pero por si acaso. Después dejé mis cosas en una taquilla, me guardé la llave y directo a la peluquería. Al cero… sin contemplaciones… adiós, pelo, nos veremos pronto.

De camino al quirófano me crucé con un espejo. Quizás tú sí, pero yo nunca me había rapado al cero, así que la visión fue completamente nueva. Encima te verás gordo. Y puede que lo estés, pero eso ya lo solucionaremos en otro momento… vamos al pelo.

Gráfico de en qué consiste la operación

Me presentaron al equipo que iba a hacer la intervención y me tumbaron en la camilla. «Vamos a hacerte unas pruebas de la anestesia y si no te da reacción, te la ponemos» . OK. Fue el único pinchazo que sentí en las cinco horas y media que duró la operación. El resto… nada de dolor.

Hablaron entre ellos sobre la cirugía, que se haría en tres partes: primero me quitarían los folículos de la zona donante, después me harían las incisiones en la parte receptora y, por último, introducirían los folículos. Después vino el doctor a trazar la línea definitiva que iba a tener mi pelo y empezó la intervención.

Cinco horas y media después no sabes qué hacer para estarte quieto, pero te mentalizas… cuanto más quieto, mejor saldrá. Y lo consigues. Al terminar, la traductora me llevó a comer algo a la cafetería y me explicó las medicinas que debía tomar: antiinflamatorios, antibióticos y un calmante para la noche… por si acaso. También me dio un cojín de esos que se usan en los aviones para el cuello, con el que hay que dormir durante una semana. Al principio te parece gracioso… al tercer día es como si te pusieran en bucle el robo de Al Gandhour en el España-Corea del Mundial de 2002 (si ya te falta pelo, tienes edad para entender la referencia futbolística).

Vuelta para casa

A la mañana siguiente te recogen de nuevo en el hotel y te llevan a la clínica para hacerte unas curas. Había sangrado durante la noche (es normal, al parecer), así que me quitaron todos los vendajes que tenía y me rociaron la cabeza con betadine. Después me realizaron un tratamiento con láser para el que tenía que estar 15 minutos sentado en una camilla sin moverme mientras veía luces psicodélicas pese a tener los ojos tapados.

Y una vez terminado todo se sientan contigo a explicarte el proceso que queda por delante. Porque no todo termina en Turquía, sino que es un tratamiento que dura un año (un año y medio en el que caso de que te pongan pelo también en la coronilla). Saben que estás lejos y que tendrás dudas, así que te dan el teléfono de la persona que continuará con tu caso desde España y será con quien hables a partir de ese momento. Y ya solo queda cuidarse el pelo, así que de ahí al aeropuerto, donde reconocerás a alguno que se ha hecho lo mismo que tú y que regresa en tu mismo avión.

Os seguiré contando cómo evoluciona esto… ( Lee la tercera parte aquí ).

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