El hombre que venció a tres osos polares

Ananov relata cómo consiguió abandonar el helicóptero y nadar 50 metros a través de las gélidas aguas, hasta alcanzar un pequeño bloque de hielo que navegaba a la deriva. Minutos más tarde comprobó que tan sólo contaba con medio litro de agua y unas barritas energéticas como alimento, junto con la balsa de emergencia que había rescatado del helicóptero y tres balizas señalizadoras para conseguir ser localizado.

Improvisó un refugio con la balsa, para protegerse del frío y secar su ropa húmeda, y pasado un tiempo escuchó un sospechoso ruido acechando . Si sus posibilidades de sobrevivir ya eran remotas por aquel entonces, la fortuna quiso hacer más épica la historia de Ananov. Un enorme oso polar decidió compartir el bloque de hielo y se acercaba a los alrededores del refugio. La rápida reacción de Ananov le salvó la vida. Como si estuviera poseído, salió de debajo de la balsa gritando enfurecidamente y agitando los brazos con energía consiguió asustar al oso polar, que acabó huyendo.

El bloque de hielo continuó a la deriva hasta juntarse con una extensión de terreno más amplia. Esto suponía un enorme problema ya que más osos polares podrían acercarse en busca de comida . Así fue. En dos ocasiones más, Ananov hubo de enfrentarse a sendas bestias de la naturaleza y repitiendo el mismo proceder, consiguió librarse de ellos. Cuenta el protagonista que tuvo la suerte de que fueran distintos osos polares los que se acercaran, y no el mismo de la primera vez, pues la reacción de este ante el comportamiento de Ananov hubiera sido bien distinta, y el final de esta historia también.

Durante las 36 horas que pasó aislado en el hielo y pendiente de que los osos polares no acabaran con él, Ananov disparó las tres balizas en busca de ayuda. El último intento tuvo respuesta. Un «rompehielos» canadiense acudió al rescate de este aventurero, que consiguió completar el 85% del camino, más de 33.000 km y 42 días de aventura que casi acaban en tragedia por culpa de unos osos polares.