'Arquitectura invisible': la nueva exposición en Sevilla que conecta formas, luz y emociones

El recorrido consta de ocho salas, que se dividen en diferentes temáticas: arquitectura dimensional, arquitectura lírica, arquitectura de la identidad, arquitectura etérea, arquitectura deshabitada, arquitectura estacional, arquitectura de la esencia y arquitectura liviana. En cada una de ellas predominan las formas, el paso del tiempo, las emociones humanas, las diferentes perspectivas desde la que se puede ver un mismo objeto o paisaje, la incisión de la luz y los colores.

Unir el trabajo de ocho artistas, cada una con un estilo diferente, no es tarea fácil, «pero Eva lo ha hecho muy bien, porque ha conseguido crear un hilo conductor muy interesante», comenta Coro López Izquierdo. «Isabel ha trabajado mucho con Eva, decidimos que sería la mejor opción, y realmente lo ha sido», añade.

Este viaje artístico empieza por la sala de arquitectura dimensional, que recuerda a la infancia, no solo por el colorido, también por la gran obra de cubos de Isabel Pan de Soraluce que recuerda al juego de bloques de construcciones de madera y que tiene como objetivo, precisamente, devolver al espectador a la infancia. En este espacio, además, se exponen dos cuadros de su hermana, Elena, que falleció el pasado mes de septiembre, 'El Mar de Saturno' y una obra sin título donde predominan el rosa y amarillo, y supone un estallido de alegría en toda regla.

En la habitación contigua, dedicada a la arquitectura de la identidad, predomina la pantonera de Trinidad Irisarri, la artista que fotografió su cuerpo con el propósito de crear un autorretrato peculiar compuesto por las 262 tonalidades que la conforman. A continuación, Nuria Cortina representa la arquitectura lírica a través del paso de los 32 collages de 30x21 a un mural de 350x400 cm, donde cada elemento es de papel.

La cuarta sala está dedicada a la arquitectura etérea, protagonizada por dos palafitos de bambú que albergan un pequeño jardín interior, haciendo referencia al interior de cada uno a través de materiales sencillos como alambres, cartón, bridas, papel y telas. Seguidamente, la estancia de Rosa Pérez Carasa simboliza la arquitectura deshabitada, pues rescata aquello que no queremos mirar. Su obra 'Nave y aldeaños', creada para esta muestra, es el claro ejemplo de que a veces no es necesario estar frente a algo bonito para disfrutar de la belleza.

En las pinturas de 'Arquitectura invisible' predominan los lienzos, pero hay una artista que rompe por completo con este formato. Coro López Izquierdo, en la sala número 6, representa la arquitectura estacional a través de fotografías impresas en dibond (aluminio) y posteriormente repasadas con óleo para destacar elementos deseados. En cuanto a las razones que le llevaron a escoger este material, todo se reduce a «porque refleja la luz», admite.

Coro es arquitecta, pero su único vínculo actual con la arquitectura es que da clase en la Universidad Politécnica de Madrid. En sus obras le gusta explorar el cambio, el entorno urbano y natural, y la experimentación arquitectónica. Una de sus aficiones es pasear por el entorno de una granja en Segovia. En una de estas caminatas, descubrió un pantano en el que, a determinadas horas del día, en función de cómo incide la luz, se crean figuras geométricas en el agua. «Eso me provoca obsesión. Hay obras que son la misma vista y parecen distintos lugares, pero la única diferencia es que son distintas horas del día. La luz crea volúmenes y formas, y eso me genera muchas emociones«, confiesa.

Durante la pandemia, capturó en fotografías el paso del tiempo y las estaciones. Ahora, estas imágenes se pueden ver en la exhibición, aunque han sido retocadas por Coro a través de distintas tonalidades de óleo, y «vas viendo cómo el sol va iluminando las distintas partes». Estas piezas, en concreto, cuentan con la curiosidad de que mantienen la proporción de la pantalla de su móvil.

El reto que Eva fijó para esta exposición es que «íbamos a hacer obras grandes, y se me ocurrió pasar al tríptico este pantano en abril», explica haciendo referencia a su composición 'Arrancando la primavera, 2023'. «El ser humano necesita de la naturaleza para estar en paz y en reposo mientras la contempla», de ahí que su pasión por este pantano le haya creado la necesidad de inmortalizarlo una y otra vez en sus cuadros.

No es solo el divond la única técnica que utiliza para crear arte. Ahora, después de años sin hacerlo, está volviendo a dibujar con carboncillo porque, al fin y al cabo, «el dibujo es fundamental como base para todo, pero es complicado porque tienes que saber dónde colocar cada elemento». En el patio de la Fundación Valentín de Madariaga se puede observar un boceto de la vegetación a orillas del famoso pantano.

Además de Coro López Izquierdo, María Cavestany utiliza formatos peculiares, como pueden ser la madera y las piedras. Vive en el campo, al norte de Burgos, y las tablas expuestas las encontró en diferentes casas abandonadas. Le gustaron tanto, que empezó a dibujar sobre ellas y a decorarlas con pasta blanca. A esto se le ha denominado arquitectura de la esencia, y alberga una segunda sala decorada con piedras de alabastro, mármol de calatorao y fósiles.

A pesar de que el nexo común entre estas ocho artistas es Rosa Pérez-Carasa, la capital hispalense las ha unido para siempre. «Tenemos mucha complicidad, y nuestras obras se complementan muy bien«, asegura Coro. Como muestra de agradecimiento a la ciudad, cada artista ha realizado una obra en homenaje a Sevilla, a sus habitantes, símbolos y contraluces. El guiño también va dedicado a la Fundación Valentín de Madariaga, y consta de elementos tan representativos de la tradición sevillana como puede ser una peineta con el plano y las calles principales de la ciudad, una fuente sevillana, un collage que representa a dos nazarenos, o un paisaje con vistas a la Giralda desde la Calle Betis.