crítica de música
Crítica Rufus Wainwraight en Sevilla: Poses
Rufus Wainwraight ha ofrecido un destacado concierto en el Teatro de la Maestranza
Rufus Wainwright debuta en el Teatro de la Maestranza de Sevilla con 'Unfollow the Rules'
Carlos Tarín
Sevilla
Cita en Maestranza
- Programa: 'Unfollow the Rules'
- Intérpretes: Rufus Wainwright, voz, piano y guitarra.
- Lugar: Teatro de la Maestranza.
- Fecha: 17/04/2023.
Rufus Wainwright es un icónico cantante, compositor y, si se quiere, 'showman'. Y aunque no consiguió llenar el Maestranza, estaba claro que contaba con un público afín y entusiasta desde su inicio; personalmente, cuanto le habíamos oído en disco o en video nos dejaba ... algo distantes, sobre todo por la insuficiente vocalización que solía presentar su voz. No fue así en directo, y ya desde su 'This love affaire' que abría el recital su voz resultaba atractiva y brillante, pero también nos pareció muy castigada, irregular, con un límite fácil sobre los graves (aunque alguno dio que nos asombró), siendo muy generoso en cambio con los agudos, aunque para ello tuviera que echar la cabeza hacia atrás para conseguir emitirlos plenamente (otras veces recurrió al falsete). El centro es bonito, porque su voz se ha ido ensanchando con el tiempo y además se le ha ido añadiendo una cierta aspereza que le proporcionaba el atractivo de la madurez y de una cierta agitación interior. No podemos decir que consiguió mantener una afinación estable en todas sus canciones, porque no puede controlar su registro del todo, ya sea por falta de técnica o por una despreocupación por su instrumento vocal.
Se presentaba solo, y esto no sabemos cómo interpretarlo. La guitarra para él representa más un escollo que una ayuda: se pasó todo el tiempo que la usó tratando de afinarla, cosa que no entendemos, porque una guitarra medianamente buena no lo necesita antes de cada canción, y él además estaba recurriendo a un afinador electrónico que cuando la cuerda alcanza la afinación perfecta lo indica (de hecho, no hace falta tener ningún conocimiento técnico). Otro factor desconcertante es el uso que hace de esa guitarra: prácticamente no salió de una tonalidad, la de Re mayor (una vez sólo en Mi), lo que es bueno para tener controlado el límite que debían alcanzar sus agudos y graves, evitando así forzar la voz antes no llegar a cantar las notas o a estrangular el sonido; pero el problema es que el encadenamiento de canciones en una misma tonalidad puede producir cansancio: para entendernos, es difícil encontrar un solo disco que tenga dos canciones seguidas en la misma tonalidad, precisamente para evitar esa sensación. Y en los acordes diríamos lo mismo: progresiones básicas, elementales, aunque ya sabemos aquellos seis acordes que exclusivamente usaba Leonard Cohen y que aprendió de un guitarrista flamenco en Montreal, que luego fueron la base para todas las canciones de su producción (entre las que figura el 'Aleluya' ofrecido por Wainwright como propina, sin ir más lejos, y que tiene sólo cinco de estos seis acordes). Por otro lado, el ritmo del acompañamiento guitarrístico era siempre muy parecido, variando sólo la velocidad de rasgueo, y además lleno de una fuerza tan tremenda que no es de extrañar que fuera la causa de tanto 'desafinamiento' (y traemos otro ejemplo de Cohen: 'So Long, Marianne', de una pulsión desaforada). Sin embargo, nos pareció que buena parte de las canciones en las que se acompañó de la guitarra pudieron ser más emotivas que en las que usó el piano.
Pero con el teclado, la verdad, no es que fuera mucho mejor, aunque está claro que ha avanzado mucho desde que empezara. Lo que ocurre es que este lo controla más y le permite hacer algunos dibujos fundamentales de acompañamiento que va repitiendo, que le permiten servir como base de su canto, lo que supone un mérito indudable, aunque no evita que algunos se parezcan, como oímos en la canción suya 'Dinner at eight' y en otra 'adoptada' ('Complainte de la Butte'), original de George van Parys para la película 'French Cancan' que Rufus adaptó para 'Moulin Rouge'. En otras, como 'Going to a Town', su acompañamiento se limitaba a marcar el pulso con un acorde que se mantenía hasta el siguiente cambio; eso sí, hay que reconocerle ser muy intuitivo a la hora de elegir las armonías -generalmente oponiendo mayor/menor y viceversa- lo que suponía acentuar el interés.
Hubo, sin embargo, un tema en el que se salió del planteamiento general de su repertorio con piano: 'The Art Teacher', por un corte minimalista, al ir batiendo sólo dos notas alternativamente y presentar a través de ellas sus cambios de armonía; la segunda 'novedad' es que en ella se alcanza la nota más grave de cuantas le oímos, que no fueron muchas (se siente más cómodo cantando 'arriba').
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Crítica: El show de Orliński
Carlos Tarín -
Crítica: El show de Orliński
Carlos Tarín
Pero creemos que el momento emotivo de la noche vino de dos temas con guitarra, seguido de uno con piano: como en una progresión armónica (tensión-más tensión-reposo), Wainwright comenzó con su guitarra 'Go or Go Ahead', estructuralmente un enorme 'crescendo' que arranca casi desde el susurro y se va elevando hasta cotas muy altas, muy agudas, de grandes dinámicas, seguidas de un receso suave, y vuelta a subir hasta un final extremo. Pero es que el siguiente tema, 'Peaceful Afternoon', ya nacía en esa cúspide intensa y decibélica del tema anterior, manteniéndose así casi hasta la extenuación del cantante. Y, finalmente, al terminar la canción abandonó de pronto ese calor abrasivo y también la guitarra y, como en una terma romana -ya que nombró la Itálica de Adriano-, se pasó del 'caldarium' al 'frigidarium' de 'Pose', de infrecuente conceptualismo, acompañándose con el piano desde una burbuja distante.
Al presentarse solo es de suponer que conoce sus carencias, y aún así prefiere mostrarse tal cual es, aunque seguro que sabe que musicalmente su actuación hubiese quedado más completa, más redonda, con la ayuda del cuarteto que a veces le acompaña; incluso aunque él hubiese tocado el piano cuando quisiera -uno de los sellos de identidad de su música- hubiese estado más 'arropado' por artistas de otros instrumentos. Lo que está claro es que es un gran melodista, con intuición innata para conjugar las armonías con efectividad y que derrocha simpatía y comunicación porque siente el escenario como su casa, desde el que nos plantea todo su mundo, todas sus poses. Ahora bien, si su gira va mantenerse en el nivel de entrega que tuvo anoche no creemos que llegue a su término el próximo 19 de septiembre.
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