Femás 2023
Crítica: El show de Orliński
Nada más salir, el conjunto ofrecía un sonido pobre y sin cuerpo, pero muy vitaminado, muy enérgico, que se oía como a lo lejos
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Orliński. FeMÀS 2023
- Programa: 'Eroe'. Obras de Vivaldi y Haendel.
- Intérpretes: 'Jakub Józef Orliński, contratenor. Il giardino d'amore.
- Lugar: Teatro de la Maestranza.
Era una de las estrellas de este Festival de Música Antigua, habida cuenta de su ascenso meteórico al estrellato durante la pandemia. Como él mismo recordó, ya estuvo en el Maestranza anteriormente, en concreto en el Femás de 2018 como miembro del elenco de ' ... Rinaldo' de Haendel, junto al English Consort, con un resultado general magnífico. Cinco años más tarde volvía como rector de su propio espectáculo, que es en lo que se ha convertido lo que hace, más que en un recital de canto.
Todos los músicos siempre hacen una prueba de sonido y el Teatro les ofrece todos los medios para mejorarla. La primera opción para una orquesta de tan pocos músicos (9 en total) es el telón ignífugo, que les reduce notablemente el escenario, pero que es el que mejor proyecta el sonido hacia la sala; también pueden usar el de tela, que no es tan efectivo, pero no deja a los músicos tan al 'descubierto', como tortuga sin caparazón. El teatro cuenta igualmente con un procedimiento muy poderoso que son las llamadas 'morcillas' para evitar los ecos y permitir así una mayor claridad de dicción, con la ventaja de que se pueden sacar las que se quieran, regulándolas minuciosamente.
Ellos las sacaron todas, seguramente porque la prueba de sonido se hace sin público y el sonido es como una habitación sin muebles; pero podían saber que el teatro estaría lleno (preguntándolo o intentando comprar la entrada y verían todas las butacas ocupadas) y entonces el efecto sería contraproducente: los finales de algunas frases o de las arias se cortaban apenas el cantante cerraba la boca. ¿Y no va a saber esto ninguno de ellos? Lo dudamos. Pero es que el cantante polaco era en realidad el presentador del 'show' y le interesaba que se le entendiera bien, tanto a solas como con su amigo Plewniak, el concertino.
Así que nada más salir, el conjunto ofrecía un sonido pobre y sin cuerpo, pero muy vitaminado, muy enérgico, que se oía como a lo lejos, porque no podía salir casi del escenario. Fue una 'Olimpiade' (Vivaldi) en la que hubieran perdido de entrada. Y a continuación salió Orliński con una de sus arias-talismán, 'A dispetto d'un volto ingrato' ('Tamerlano', Haendel), pero lo hizo triunfalmente con el aria ya empezada, lo que provocó una sonora ovación, al estilo de una estrella del pop o rock. Sin embargo, no tardó en ser deglutido entre la vorágine barrockera que seguía imprimiendo Plewniak (el 'stacatto' fue su recurso preferido en todo el concierto). Naturalmente, era la coloratura extrema lo que podía subyugar al público, ya que el cantante articula muy bien, administrando convenientemente su 'fiato' para que le dé cuanto necesita, aunque nos pareció que se reservaba -o perdía- volumen sobre todo en las partes más agudas, o bien su voz todavía estaba fría para un aria de ese calibre.
Tiene una notable cualidad: pasa de su faceta showman a la de cantante serio y concentrado con la misma facilidad con la que vuelve a donde empezó. Lo decimos porque estuvo muy acertado y entregado en la apacible y bucólica 'Torna sol per un momento' ('Tolomeo', Haendel), aria que daría nombre a un disco suyo de 2021, de una sencillez pasmosa y que de alguna manera resume el alma del recital: apoyándose en una voz hermosa, rehuyendo de dificultad alguna, expone un fraseo elegante, de clara dicción, extrayendo la gran musicalidad del texto, tanta que sirve para terminar el primer acto de la ópera.
Un aria más, esta de bravura, servía para terminar la primera parte del recital: 'Furibondo spira il vento' ('Partenope', Haendel). Aquí se volvían a reunir sus mejores cualidades, como un dominio de la coloratura, que articula minuciosamente, ya con algo más de volumen y con una orquesta que lo apoyaba más en vez de taparlo. De todas formas, aunque sus coloraturas sean muy definidas, hay una tendencia a oscurecerlas disminuyendo su potencia.
La segunda mitad del recital concentró su dificultad en el aria con la que concluía el programa, 'Agitato da fiere tempeste' ('Riccardo Primo', Haendel), que de nuevo realzaba su aspecto más virtuosísimo, ofreciendo de propina tres arias reunidas en torno a lo que ahora se dice como 'zona de confort', es decir, enfocada a su centro vocal, muy hermoso desde luego, con bello 'legato' y homogeneidad tanto tímbrica como dinámica. Pero sin arriesgar prácticamente nada.
No decimos que Plewniak no sea un gran violinista; pero es su obsesión por el virtuosismo, la velocidad, los fuegos artificiales lo que lo pierden; bueno, eso y un violín que tiene un sonido limpio, cristalino, pero tanto que parece que se va a romper en cualquier momento, por su delgadez, su brillo sin cuerpo y que parece que va a hacer estallar los oídos. Protagonizó conciertos de Vivaldi, tanto fragmentados como enteros, en el último de los cuales llevó su prolongada 'cadenza' hasta extremos agudos pirotécnicos y tan reiterativos que ya no decían nada. Claro que mientras sigan llenando auditorios y enfervorezcan al público como lo hicieron no tienen de qué preocuparse.
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