CRÍTICA DE ÓPERA

Ópera: Los músicos golean a la escenografía

Apuesta muy arriesgada sobre una ópera distinta a lo que conocemos, basada en un número alto de solistas, reducida orquesta, sin coro, sobre un libreto muy inteligente y una música maravillosa.

Las dos compañías juntas preparan 'La Ópera' maría guerra

CARLOS TARÍN

Sevilla

LÍRICA

Ópera: Los músicos golean a la escenografía.

  • Título: 'Ariadna en Naxos' de Richard Strauss.
  • Intérpretes: Michael Witte, José Antonio López, Cecelia Hall, Gustavo López Manzitti, Anna-Doris Capitelli, Juan Ramos, Vicenç Esteve Madrid, Andrés Merino, Javier Povedano, Elena Sancho Pereg, Lianna Haroutounian, Carlos Daza, Emmanuel Faraldo, Daniel Noyola, Juan Antonio Sanabria, Sonia de Munck y Ruth Rosique. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla.
  • Dirección musical: Guillermo García Calvo.
  • Dirección de escena: Joan Anton Rechi.
  • Diseño de escenografía: Gabriel Insignares.
  • Diseño de vestuario: Sandra Münchow.
  • Diseño de iluminación: Alberto Rodríguez Vega.
  • Dramaturgia: Pia-Rabea Vornholt.
  • Producción: Teatro de la Maestranza, originaria del Theater Regensburg.
  • Lugar: Teatro de la Maestranza:
  • Fecha: 14/12/2024.

Para situarnos, un hombre se pasea con un retrato de Franco y otro con la foto de Hitler. Seguramente se refiera el sagaz regidor al encuentro de los dos mandatarios en Hendaya. Pero al final del día no les esperaba un fiestorro ... como el que vivimos en esta ópera, sino una gran tirantez por parte de Hitler, ya que Franco le exigió a su émulo contrapartidas que sabía imposibles de conceder a cambio de ser su aliado en la contienda mundial, así que no hubo acuerdo. Era 1940 y España acaba de terminar una guerra fratricida y no había lugar para otra. Pero, ya puestos, podía haber elegido una foto de Stalin, con quien Hitler sí firmó un pacto para la ocupación de Polonia (Molotov-Ribbentrop) para luego masacrarla.

El argumento reúne a dos compañías, una de cómicos y otros que representarán una ópera seria, todos al servicio del 'hombre más rico de Viena', que exigirá la fusión de las dos compañías para un mismo espectáculo: como se ve, nada relacionado con los nazis. Confundir al mayordomo o a su señor con uno de ellos por querer reducir los dos espectáculos a uno solo parece excesivo.

Pero en principio la idea de sustituir a los italianos de la 'Commedia dell'Arte' por artistas flamencos, siempre a su aire, siempre sin trabas, sacándole punta a todo, no parecía mala. Sin embargo, cantaores y bailaores se parecían más a Freddy Mercury que a Camarón o Antonio Gades. Y si lo que buscaban es que fueran graciosos, los que vimos nos resultaron escénicamente de función escolar, puras caricaturas flamencas de tropezones, muecas y gestualizaciones gastados, a los que sólo le faltaron los tartazos.

Y muchas puertas para entrar y salir a ninguna parte, como aquellas escaleras que traían las compañías del Este al Lope de Vega antes. Además, en el 'Prólogo' parecían estar poseídos, como presos de una velocidad sin freno, en una especie de 'perpetuum mobile' acelerado. Rechi no debe considerar que el texto ya es lo suficientemente ágil como para aportar el necesario dinamismo escénico: todo el añadido sólo ocasionaba una constante distracción. Además de que una ópera que reúne a diez solistas necesita de un gran poder de ilustración para que el público no se pierda en el enrevesado argumento. El que no lo conociera debió tardar un tiempo en enterarse de qué iba la obra. Tal vez el mayor mérito fuese controlar a los solistas con unas líneas claras de actuación.

La iluminación tuvo algunas escenas atractivas, jugando con las luces y las sombras, aislando al Compositor con una luz intensa sobre fondo oscuro, a las ninfas como rodeadas por agua (cascos con cola de pescado, pinzas de crustáceo y otro como patas del mismo animal) y otros aciertos. Y el vestuario también tuvo su interés, sobre todo en el traje de las protagonistas: Ariadna, a medio camino entre los vestidos antiguos y los muy modernos, con un color dorado -al igual que el de su amado Baco- que buscaba la semejanza con la estatua; y por otro lado el bonito traje de flamenca de Zerbinetta/Sancho, que le quedaba como un guante a la bella soprano.

En cuanto al reparto, la cantidad de solistas supone un escollo a la hora de programar este título, y no sólo por la parte económica, sino por encontrar un elenco que no flaquee en ninguno de sus componentes. Y la verdad es que fue difícil encontrar a uno solo que fallase: ¿cuántas veces encontramos en un elenco muy reducido de protagonistas a algunos que desmerecen de estar en esta posición?

Gustavo López Manzitti (el tenor y Baco) y Lianna Haroutounian (La primadonna y Ariadne) GUILLERMO MENDO

En primer lugar coronamos a la pareja de Ariadna y Baco, Haroutounian y López Manzitti, que nos fueron ganando por una adecuación excelente a sus roles, ambos de un regusto wagneriano, con fuerza, expresividad y color. El tenor argentino nos sorprendió entrando por detrás del patio de butacas y creímos que estaba cantando con micrófono, que tal era el vigor de voz de lírico 'spinto', ancha y muy clara. Se da la curiosa circunstancia que durante la gira española del espectáculo 'Bromuro de Armonio' tuvo la difícil tarea de sustituir durante un tiempo a Marcos Mundstock y, más tarde, a Daniel Rabinovich: así que los que asistimos a alguna de aquellas funciones ya tuvimos la oporrtunidad de verlo en el Maestranza anteriormente. Haroutounian estuvo como Amelia en el 'Baile de máscaras' reciente, y como Ariadna nos enamoró cada vez más, hasta su espléndido final (tras el 'Circe' de Manzitti), en 'Ich Grübe dich', que podría escucharse una y otra vez, por su calidez, su canto lleno y sereno, causante de una cierta ingravidez en el canto, esa elevación que tanto deseaba el Compositor. De ahí que tener a las ninfas importunando no se entendía (en realidad Rechi las tuvo desde su aparición como si fuesen de la compañía de cómicos).

Strauss adoraba a Zerlinetta y la verdad es que Sancho nos fue ganando poco a poco, pero a veces nos resultaba corta de volumen, sin articular del todo las agilidades, aunque consiguió dar y mantener el Re y alcanzar el Mi, al alcance de muy pocas. José Antonio López fue un gran maestro de música con su registro corpulento y claro. Cecelia Hall también empezó desde atrás y fue creciendo, hasta alcanzar con su voz sedosa la sintonía precisa con el personaje; personalmente preferimos una mezzo de voz ancha para este rol. Portentosas las ninfas Rosique, Munck y Capitelli maravillosamente empastado su canto y sincronizados sus movimientos. De igual manera sobresalió Daza por una voz hermosa y fornida, así como sus compañeros Faraldo, Noyola y Sanabria, también muy bien conjuntados, igual que Esteve.

No estamos acostumbrados a una orquesta de 36 músicos en el foso, y aunque se notaba la diferencia, a veces se llegaron a oscurecer parte de las voces más delicadas. Pero en general García Calvo fue tras los cantantes con cuidado, en una ópera muy complicada para tal seguimiento. En el espectacular final parecía que la orquesta llenaba todo el foso, luciendo un final muy espectacular.

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