CRÍTICA DE MÚSICA
Larga vida a la OBC
La Orquesta Bética de Cámara ha ofrecido un programa especial para celebrar su centenario, contando con la colaboración estelar de Esperanza Fernández.

Orquesta Bética de Cámara
- Programa: '100 años' Obras de Navarro, J. Font de Anta, Romero, E. Halffter y Falla.
- Intérpretes: Esperanza Fernández (voz). Alejandro Bustamante (violín). Orquesta Bética de Cámara.
- Director: Michael Thomas
- Lugar: Teatro de la Maestranza.
- Fecha: 15/06/2024.
Es la primera vez que la Orquesta Bética de Cámara, la nuestra, recala en el Teatro de la Maestranza, con ocasión del Centenario de la formación, que ya se reunió hace algo más de un año para hacer 'El retablo de Maese ... Pedro' fallesco, la pieza con la que 'nació' y tras la que pasó a llamarse formalmente como ahora, a cuyo frente estuvo Ernesto Halffter, único alumno reconocido como tal por Falla, difiéndola desde 1924 hasta el principio de la Guerra Civil. 1924 fue también la fecha en que Falla realizó una versión específicamente para esta orquesta de su exitoso 'Amor brujo'.
Tenemos la suerte de haber encontrado en este caminar al maestro Michael Thomas, quien desde hace años vive y trabaja en Andalucía, primero con la OJA y luego con orquestas como la de Almería, Granada y esta Bética desde Sevilla. Hemos hablado de Currentzis este año como uno de los grandes hitos musicales de esta ciudad, y es cierto; pero los que tenemos una edad no podemos olvidar la integral de los cuartetos de Shostakovich que nos ofreció el Cuarteto Brodsky, del cual Thomas era fundador y primer violín.
Lo recordamos porque de otra manera no podríamos explicar la magnitud artística de la Bética en su estreno en el Maestranza, porque su musicalidad, su manera de crear una paleta de colores ilimitada -especialmente en 'El amor brujo'- llenó buena parte del recital. Se podrá decir que es por ser la obra más famosa del programa, pero podríamos responder que después oírla infinitas veces a lo largo de los años ya no nos conformamos con que alguien la toque bien. Hay que tener un dominio orquestal nato para enlazar melodías, diferenciar timbres y conseguir un ritmo continuo y conexo con la suma de las partes, que en sus manos dejan de serlo.
También Esperanza Fernández está unida a la orquesta y al director, y quien tuvo retuvo. La voz es uno de los 'instrumentos' que más se desgasta, así que tiene mérito que la de la cantaora siga mandando fuerza y raza a cuanto canta. La presencia del micrófono hemos dicho siempre que va unida indisolublemente al flamenco, así que no nos extraña que lo usara, aunque por esto mismo siempre se depende de un 'intermediario' que según sea influirá en el resultado final. Esperanza sigue teniendo casta y se siente muy vinculada a la obra (tal vez fuese la segunda cantaora a quien se la oímos, después de Ginesa Ortega dirigida por Charles Dutoit en aquel famoso video). Su presencia, conseguida a última hora, añadió varios enteros al espectáculo.
Por otro lado, también pudimos admirar la labor de muchos de los músicos que coincidieron en la Sevilla de Falla, y de los que el programa nos mostró obras muy interesantes. Es verdad que el antiguo teatro Álvarez Quintero -hoy Turina- hubiese recreado, por edad, ese ambiente del programa; pero la acústica del Maestranza para estas orquestas alrededor de la treintena de músicos se ha vuelto ideal y nos resultó cual velada sevillana del primer cuarto del siglo XX. Por ejemplo, oyendo la obra de Manuel Navarro, pianista que fue de la OBC, y para la que compuso estas 'Impresiones sevillanas' en dos movimientos, 'Evocación' y 'Danza'. Estuvo jugando con unas sevillanas que se parecían a las que años después popularizaría 'El Mani', dando muestras de su ingenio camerístico y a la vez de desarrollo y evolución de la pegadiza melodía. Ya aquí podíamos sentir la atmósfera hispalense y nostálgica que destilarían la mayor parte de las obras presentadas.

También oímos un desconocido 'Concierto para violín' de José Font de Anta, del que parece que sólo se escribió el primer movimiento con acompañamiento de piano, habiendo procedido el propio Thomas a orquestarlo. Diríamos que está compuesto en largas secciones, como la de la introducción, pero que luego alternaba los pasajes solistas con los orquestales, cada uno con una característica: el primero exploraba las zonas más agudas y difíciles, otros optaban por las más medias y graves, aunque lo más sorprendente vino de la mano de las dobles cuerdas, muy difíciles porque concentraban melodías a veces muy disímiles. Contaba también con una 'cadenza' por dobles cuerdas, todas las secciones largas y generalmente explorando pequeñas células que se repetían a diferentes alturas. Extraordinaria la interpretación de Alejandro Bustamante, tanto para mantener la tensión de la obra como para lidiar con las intrincadas dificultades que el concierto plantea (y aún para volver luego a su sitio en los atriles).
Seguía después su famosa y preciosa marcha 'Amarguras', cuya 'programa' se nos detallaba en las notas, y por ello se erosionaba más el carácter de marcha y se miraba más al poema sinfónico; sin embargo, la asignación de los instrumentos de viento a los de cuerda y la presencia de su caja, tan elegantemente rítmica, no terminaba de quitarnos su carácter de marcha de encima.
Nos encantó el 'Aire de Danza' de Segismundo Romero, borboteante, festivo y tan breve que entre su vivacidad y su contagioso júbilo nos pareció doblemente corto. Sin embargo, la sensación de la suite del ballet 'Sonatina' de Ernesto Halffter, con cinco tiempos encadenados, se nos hizo un tanto larga, en su insistente 'sonrisa', su reiteración de fórmulas sin apenas contrastes y con un recuerdo fallesco que excede al de simple pupilaje. Tampoco parece que consiguió contagiar a los músicos, que no sabemos si fue sólo nuestra impresión o la compartimos con ellos, pero lo cierto es que el sonido general fue como muy oscuro y difuso.
Tal vez por eso 'El amor brujo' nos resultó más abierto y luminoso, que le seguía en orden. De todas formas, el maestro Thomas tiende a programas muy extensos -incluso sin descanso- que pueden resultar a la larga gravosas para el conjunto, y desde luego que no lo decimos por la citada obra que cerraba el programa, que nos pareció referencial. Larga vida a la OBC.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete