Rosa María Mateo: «No voy a presentar mi dimisión hasta que ustedes no decidan quién gobierna TVE»
La administradora única se declaró «muy orgullosa de estar en plena actividad, a los 78 años», frente a las reiteradas peticiones de dimisión
Rosa María Mateo, justo antes de su comnparecencia en el Senado
Entre la escasa práctica de Rosa María Mateo como compareciente y el funcionamiento a veces surrealista de las comisiones de control parlamentario, la reaparición de la administradora única de RTVE en el Senado tuvo ayer momentos tragicómicos, no solo cuando sufrió un lapsus ... muy celebrado, «Radio Televisión Espantosa», hallazgo involuntario que ha llegado para quedarse.
La compareciente escuchó críticas feroces y una decena de peticiones de dimisión, que no hicieron mella en ella, más contrariada por el mecanismo de intervenciones y réplicas , que no le permitía responder a algunas cuestiones. Para una vez que un responsable de la corporación tiene ganas de hablar...
A los fallos de micro y del cronómetro sucedieron interrupciones por sobrepasar el tiempo de intervención, en lo que parecía una nueva versión de «59 segundos», y eso que por otra imprecisión técnica los 2 minutos y 30 segundos programados por turno tuvieron una prórroga irregular de 20 segundos más.
«Perdón, presidente, que me salte el protocolo. Siempre me despisto con esto», alegaba una Mateo que no daba crédito a la burocracia del acto y buscaba ayuda por lo bajini: «Es que yo no tengo tiempo...», se la escuchó en la retransmisión de la tele del Senado.
«¿Puedo contestar, señoría?», preguntaba poco después. «No, no, no. No tiene tiempo ya», le respondía el socialista Antonio Cosculluela, presidente de la comisión mixta de control. «Pues entonces…», murmura, « luego le contesto en persona» . A veces sucedía incluso un silencio subrayador, que la administradora tenía la tentación de llenar. En una de esas suspensiones desaprovechadas, Mateo no pudo más y reclamó «un cronómetro pequeñito, que es lo más fácil del mundo, no ese cajón tan inmenso». En un alegato posterior expuso, frustrada: «En vez de una comparecencia esto parece un yo digo lo que quiero y usted no puede decir nada. Es la estructura que hay».
Sobre la marcha, en cambio, Mateo empezó a adaptarse. Utilizó los sobrantes de las preguntas de salón, formuladas por los diputados más afines como con miedo de ofender a alguien, para rematar asuntos pendientes en la fase áspera del interrogatorio. En todos los casos la sensación era de teatrillo minimalista, con pocos actores convenientemente separados.
Pese al corsé impuesto, Rosa María Mateo dejó sus mensajes. El primero, que no piensa tirar la toalla: «No voy a presentar mi dimisión hasta que ustedes decidan quién va a gobernar TVE. No tengo más que decir». Pero vaya si lo dijo. En respuesta a uno de los repetidos «márchese», insistió: «Es la única palabra que tienen en la boca desde hace muchos años. Márchese señor González, márchese señor Sánchez, márchese alguien que no sean ustedes . Yo seguiré aquí mientras no decidan otra cosa. Arréglenlo ustedes, que es su problema, no el mío». Tampoco le pareció un problema la prórroga sine die de su contrato: «En ningún momento se ha notado la falta de una dirección o de un consejo de administración», dijo muy seria.
«Me quedan pocos años»
En ciertos momentos, y sin pregunta de por medio, reinvindicó la vejez: «Los mayores solo son mayores. Yo tengo 78, dentro de poco cumpliré 80 y me quedan muy pocos años de vida, según la estadística. Me siento muy orgullosa de estar en plena actividad y me gustaría que nuestra civilización respetara a los mayores, ser un poco como los japoneses». Y sin dejar de dar vueltas al asunto, no perdía la ocasión de impartir lecciones de diabla vieja: «Yo vine para tres meses, pero ustedes deberían tomarse en serio no solo quién va a dirigir TVE, sino qué modelo quieren». «Cuando les oigo hablar comprendo que desconocen absolutamente cómo funciona RTVE. Me tienen impresionada». Su última frase de escena importante habría sido más eficaz si su intención hubiera sido más global: «Les pido a todos que dejen de usar RTVE para sus fines políticos».
El resto se atuvo al guión previsto. La administradora solo reconoció tres o cuatro errores en 5.000 horas y pidió perdón por la burla a Rajoy en un programa educativo infantil , «que nunca se debió emitir». Y como la comparecencia era la correpondiente a marzo, en plena eclosión informativa, aprovechó para aplazar hasta la sesión de mañana la caída de audiencia de abril.
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