RTVE, un «desastre» en casi todos los frentes

Varios de los síntomas que muestra RTVE son los peores de su largo historial médico. Salvo que sobrevenga un milagro, La 1 logrará en mayo su récord negativo de audiencia (a día 22, la media es del 9,1% de cuota), tras desaprovechar la oportunidad de reivindicarse como referente en la crisis sanitaria. «Tendríamos que haber dado do de pecho y hemos ido para atrás», confiesa un empleado.

La cadena pública acaba de perder además a algunos de sus rostros más populares, mientras que Rosa María Mateo está a punto de cumplir dos años como «administradora provisional única». La gestión actual tampoco contenta a los sindicatos o al Consejo de Informativos y la oposición clama contra la manipulación de los telediarios, aunque esto es ya un mal crónico que se da casi por descontado.

Por otro lado, Federico Montero , director general corporativo, ha sido acusado de «ser socio y administrador único de una asesoría privada que podría ser incompatible con su cargo, en un caso de conflicto de intereses». Mateo lo niega, pero deberá dar explicaciones en su comparecencia parlamentaria del próximo martes.

El peor síntoma de todos es casi la sensación generalizada que se detecta en la casa, donde no ayuda el abandono en vía muerta del concurso público –«ni bien hecho ni bien elaborado»–, del que debía haber salido un consejo de administración estable. Todo ello en un contexto de crisis económica que causa auténtica preocupación. «Encima el Gobierno ha pagado 15 millones a las privadas y a nosotros no nos ha llegado nada».

«Hay una lucha clarísima de familias políticas , aunque sean del mismo signo», explica otra fuente, que también pide anonimato a la espera de que las oficiales se manifiesten. Pese a todo, son varias las voces que defienden el consenso como «único modelo posible», aunque la palabra suene a neologismo. «La solución no pasa por reproducir la política y pasar del bipartidismo al bibloquismo, sino por ponerse al margen de los políticos», dice otro. «Que se maten ellos, porque nosotros estamos en extrema debilidad y debemos salvarnos».

Un negacionisita de las «purgas» –«ha ocurrido lo de toda la vida»– admite que sí existe una crisis de credibilidad , porque «la filosofía adoptada en este tiempo ha sido la de las trincheras, muy acorde con el ambiente político general». «En RTVE no nos podemos permitir el lujo de que un sector más o menos numeroso se quede fuera y encima hagas ostentación», añade. «No es un problema ideológico, sino de cambios personales, pero por no contar con todos la imagen es de manipulación y eso beneficia a la oposición». «Es como la lucha interna entre Podemos y el PSOE en el gobierno, pero con más actores», remata.

Como muestra de esta división palpable en varios niveles, se ha producido también un cisma sindical, «una quiebra entre CC.OO. y UGT irrecuperable» , en gran medida por una «cuestión personal» entre sus líderes. En CGT y otros sindicatos, por su parte, están en guerra contra la política de la dirección de RTVE de recurrir a empresas externas (que otros defienden y que «también hace la BBC») para producir algunos programas. O por reanudarlos durante la fase 0, «poniendo en riesgo la salud de los trabajadores». Asimismo denuncian que, en cambio, espacios como «La 2 noticias» y «Aquí hay trabajo» , de servicio público, aguarden para volver a la parrilla.

Las últimas decisiones también han despertado suspicacias en algunos casos y dudas en otros, como la elección de Mónica López , hasta ahora responsable del área de Meteorología, que dirigirá la franja matinal de La 1 a partir de septiembre.

Los rumores sobre nuevos fichajes también se suceden, como uno que podría llegar de «El periódico de Cataluña», aprovechando la conexión catalana y el puente aéreo creado por la llegada de Enric Hernández –hasta entonces director del diario– como responsable de Información y Actualidad de RTVE.

Su nombramiento en diciembre también fue «temporal», por otro lado, tras la renuncia-sorpresa de Almudena Ariza . A ella no le pareció suficiente el apoyo (no vinculante) del 60% de la redacción, mientras que Hernández tuvo el 3%.

En ese porcentaje hay quien defiende su derecho a «dejar su sello y hacer cambios». «Habrá más», anuncian. «La noche de los cuchillos largos no ha hecho más que empezar», augura otra de las voces.