Cintora, el rigor y la desinformación
«La idea que Cintora tiene de 'rigor periodístico y espíritu crítico' es señalar a periodistas de medios privados desde la televisión pública, la de 'pluralidad' es mostrarse implacable únicamente con la derecha y alarmantemente laxo con la izquierda, y la de 'actualidad' es hablar de Franco»
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Jesús Cintora
No sería una mala noticia el estreno en la televisión pública de un programa en el que se desmontaran mentiras y bulos con la fuerza de los argumentos y los datos, y desde el desempeño honesto de un periodismo veraz. Entendido como ejercicio independiente de ... utilidad para la ciudadanía, neutral y riguroso, no parece un mal plan. Al fin y al cabo, el periodismo está, precisamente y entre otras cosas, para ejercer de contrapoder fiscalizando al poder. Bajo esta promesa (y premisa) se estrenaba 'Malas lenguas' el pasado jueves en RTVE y, durante su hora y media de duración, se encargarían de recordarlo constantemente (que si bulo, que si mentira, que si falsedad, que si desinformación), por si a alguien se le olvidaba.
Y hacían bien: no habían pasado quince minutos todavía, el presentador ya había saludado a su madre y Gila ya se revolvía en su tumba, cuando no quedaba duda alguna de que la neutralidad y la pluralidad no iban a ser valores que destacaran por su presencia. Así, un recordatorio persistente de que aquello no era propaganda parcial, aunque lo pareciese, sino estricta verificación, se antojaba imprescindible.
Tampoco es que se esperase otra cosa de quien salió hace cuatro años y de forma abrupta de la misma cadena, rodeado de polémica y entre calificativos como «tendencioso», «parcial» o «sensacionalista», pero una es optimista, qué le vamos a hacer, y confiaba en la redención. Pero no. Que Héctor de Miguel, imputado por delito de odio y que ya fue condenado por intromisión ilegítima del honor por insultos proferidos al periodista Alfonso Rojo, sea el designado para detectar bulos y desinformación, y encargarse de desmentirlos, era una pista fehaciente de la imparcialidad que cabe esperar.
Pero para los despistados, se hacía un drama con los insultos (condenables, desde luego) dedicados a la periodista del programa desplazada a un acto de presentación de un libro sobre Francisco Franco por parte de un señor anónimo al tiempo que se ignoraba que, coincidiendo en el tiempo, el ciudadano Iglesias, exvicepresidente del gobierno, arrancaba de las manos, lanzándolo lejos, el micrófono a Vito Quiles. Y es que no es lo mismo, señores, incomodar a unos que a otros: en un sentido es periodismo, en otro es desinformación. Y, afortunadamente, desde RTVE, ese servicio público con vocación de imparcialidad, se han propuesto hacernos entender, Cintora mediante, cuando se trata de provocar y cuando de informar. Por lo que sea, olvidaron hablar de los casos judicializados que rodean al presidente del Gobierno y entre sus bromas no hubo espacio para Ábalos y sus sobrinas, con lo que daba de sí la cosa. Seguro que lo han dejado para futuros episodios.
La idea que Cintora tiene, en fin, de «rigor periodístico y espíritu crítico», nos queda claro, es señalar a periodistas de medios privados desde la televisión pública, la de «pluralidad» es mostrarse implacable únicamente con la derecha y alarmantemente laxo con la izquierda, la de «actualidad» es hablar de Franco y, la de «humor», imitar (ofensivamente mal) a Gila y ridiculizar a quien piensa diferente.
Quizá sea por esa particular idea de lo que es «informar» que su audiencia esté resultando tan discreta como la intención de voto que arrojan las encuestas para Sumar y Podemos juntos. Ni con el truco de emitir simultánemente en La 1 y La 2 y sumar audiencias se consigue maquillar la realidad. No me extrañaría que, cualquier día, se emita también en Clan, 24 horas, Teledeporte y rtve play a la misma hora, en bucle y el resultado sea que España entera, en algún momento, vio el programa de Cintora. Rotundo éxito, sin duda, verificado por él mismo.