La comedia ochentera

Era un cine tan exitoso que tenía secuelas. Años después de ‘Los bingueros’ hubo un ‘¡Ya no va más!’ (1988) dedicado a la ruleta. El genio de Ozores llega a finales de la década en paralelo con el otro humor socialmente extendido, el berlanguiano, presente con ‘Nacional III’. Los planos secuencia de Berlanga ¿no podrían ser el desarrollo estilizado de los abigarrados planos estáticos de Ozores? Lo berlanguiano limitaría también en algún momento con la coralidad de ‘Amanece que no es poco’, que no está seleccionada, aunque sí ‘Pares y nones’, obra en la que José Luis Cuerda pisa eso que se llamó la ‘comedia madrileña’. También ‘Miss Caribe’ de Colomo; el ‘cherchez la femme’ de Pajares y Ozores tienen una continuación ‘progre’ y menos cárnica en Resines y Ladoire. Cerca, por edad y madrileñismo, está Almodóvar , y entre esa comedia generacional y Berlanga, vía Azcona , José Luis García Sánchez.

Ahí no se acaba la riqueza de los 80. Hay una comedia costumbrista de autor en la inagotable ‘Truhanes’, en Mercero (‘Espérame en el cielo’) o Fernán Gomez (‘Cinco tenedores’), las dos con el talento único de Sazatornil, que nos llevaría al lado catalán de la españolada, Coll Espona juntando a Ovidi Montllor y López Vázquez en ‘El fascista, Doña Pura y el follón de la escultura’, crítica cumbre al colosal cambio de chaqueta de la Transición.

Ozores, la comedia madrileña, lo berlanguiano, lo almodovariano, el también manchego absurdo de Cuerda … La década acabaría, y no lo recoge el ciclo, con Martes y Trece, el cameo de Villarejo en ‘Aquí huele a muerto’. La comedia estaba ya fuera del cine.