El lado más íntimo de Sigourney Weaver: una hija no binaria y un matrimonio de más de 40 años

Es la tercera vez que los premios del cine español entregan este prestigioso galardón, que en las anteriores entregas recayó en otras dos grandes actrices, como es el caso de Cate Blanchett y la francesa Juliette Binoche. Weaver será la encargada de recoger el premio durante la gala de la 38ª edición de los Goya, que se celebra el próximo 10 de febrero en Valladolid.

Te contamos todo lo que debes saber sobre Sigourney Weaver, la nueva ganadora del premio Goya Internacional 2024.

Aunque todo el mundo la ha conocido siempre como Sigourney Weaver, lo cierto es que el nombre de la actriz no es más que un apodo artístico. Se llama en realidad Susan Alexandra, aunque la intérprete adoptó su sobrenombre a raíz del personaje de una de sus novelas favoritas, el de Mrs. Sigourney Howard en 'El gran Gatsby'. «Lo elegí porque estaba tratando de evitar que me llamaran Sue, Sussie, que no son para alguien que a los 13 años ya medía un metro ochenta y dos. Sin embargo, todo el mundo me llama Sig o Siggy, así que una no puede escapar de su destino», confesaba la actriz años después.

Su enorme estatura ─mide 1,82 metros─ también condicionó gran parte de su vida. Tal era esta altura que sus padres, Sylvester 'Pat' Weaver y Elizabeth Inglis, incluso quisieron que la examinara un médico por miedo a que esta nunca dejara de crecer.

El bullying dirigido hacia su altura en el colegio fue una constante para la protagonista de 'Alien: el octavo pasajero', que durante muchos años se sintió como una perdedora en su propio entorno: «En clase me convertía en una especie de payasa porque me burlaba de mí misma antes de que los demás pudieran hacerlo. A día de hoy, cuando escucho que me llaman Susie en la calle, me congelo porque sé que es alguien que me conoce de aquellos días en que me sentía una perdedora», recordaba.

Confesar que quería ser actriz no fue nada fácil, a pesar de que en su familia había antecedentes dentro del mundo del espectáculo. De hecho, su padre fue director de la cadena NBC y creador de 'The Tonight Show', mientras que su madre, Elizabeth Inglis, fue una actriz británica que llegó a actuar en 'Los 39 escalones', de Alfred Hitchcock.

Ninguno de sus progenitores quiso que su hija se dedicara a la actuación e incluso intentaron disuadirla de que siguiera los pasos de su madre, que abandonó su carrera para cuidar a su marido y a sus dos hijos: «Pensaron que yo era demasiado sensible a las críticas y que iban a comerme. Estaba además el tema de la altura. No creo que mis padres pensaran: 'Hay una estrella en ciernes'», confesaba la intérprete.

El poco apoyo que recibió por parte de su familia no detuvo a Sigourney Weaver en su camino para convertirse en actriz. Comenzó a estudiar teatro en la Escuela de Arte Dramático en Yale, donde coincidió con otra gran intérprete, Meryl Streep. Al contrario que la protagonista de 'Los puentes de Madison', sus primeros pasos en el mundillo no fueron nada alentadores: sus profesores le dijeron durante años que no tenía el talento ni el aspecto necesario para ser una actriz profesional.

La actriz, fuera de la norma y una vez más marcada por su impresionante estatura, volvía a toparse una vez más con un muro al tratar de alcanzar su sueño. Hasta su último día en la universidad, los docentes le recordaron que era demasiado alta y desgarbada para la actuación: «Me llevó años reconstruir mi confianza. Sigo pensando que en Yale tenían un ideal platónico de las protagonistas femeninas que nunca he podido cumplir. No me sentía a gusto en ningún aspecto», recordaba hace unos años.

Y así ocurrió. Durante sus primeros años, Weaver apenas encontró papeles hechos a su medida literalmente. En un Hollywood construido a base de estereotipos, la figura de una mujer más alta que los actores del momento no entraba en los planes de la industria. De hecho, uno de sus primeros papeles fue en 'Annie Hall', donde Woody Allen decidió incluirla durante unos segundos para bromear sobre diferencia de altura con él. «Casi nadie quería contratar a una actriz que midiera 1,82 metros. He perdido muchos papeles por mi estatura», confesaba la actriz, que ha visto cómo productores y directores la rechazaban por ser más alta que ellos.

Todo cambiaría finalmente con la llegada de 'Alien: el octavo pasajero', la película de Ridley Scott que le ofreció a Weaver su primer papel protagonista. El papel estaba destinado a Meryl Streep, su excompañera de estudios, que decidió rechazarlo en busca de propuestas más intelectuales, alejadas del mundo de la ciencia ficción y el terror. Gracias a esta negativa de la intérprete, el papel acabó llegando a sus manos, convirtiéndola así en una de las sensaciones del momento en Hollywood.

El éxito de la saga protagonizada por la teniente Ellen Ripley le dio todo lo que siempre había querido, aunque también la obligó a renunciar a su vida privada, algo no aceptó de buenas maneras. «Me metí debajo de la tierra durante dos años. Rechacé un montón de papeles, hice teatro. No quería abandonar mi vida humilde en Nueva York», explicó la estadounidense, que acabó aceptando su nueva narrativa en el mundo del cine.

Más tarde, llegarían tres nominaciones a los Premios Óscar y los dos Globos de Oro que se llevó por 'Working Girl' y 'Gorilas en la niebla'. Además de la saga 'Alien', la actriz también ha tenido papeles reseñables en proyectos tan reconocidos como 'Avatar', 'Los cazafantasmas' (1984), 'Copycat', 'La tormenta de hielo' o 'The Village'. Ahora, Weaver levanta un nuevo galardón, el Premio Goya Internacional, que ratifica su excelente trayectoria de casi cinco décadas.

En cuanto a su vida privada, Sigourney Weaver siempre ha tratado de ser discreta. La actriz se casó en 1984 con su primer novio, el escritor y director teatral y de cine Jim Simpson, siete años menor que ella y con el que tiene una hija, Charlotte.

Ambos se conocieron mientras la actriz trabajaba en una obra teatral de Harold Pinter, 'Old Times'. Durante la producción, los componentes de la compañía celebraron una fiesta y fue allí donde ella se fijó en él y venció a su timidez para invitarlo a bailar. Lo que no se esperaba es que Jim le dijera que no, aunque no por los motivos que ella creía: no sabía bailar y no quería hacer el ridículo.

Su interacción no cesó ahí, pues la intérprete lo invitó a una celebración con motivo del comienzo del rodaje de 'Los cazafantasmas' y comenzaron su historia de amor. Apenas tres meses después se casaron y el tiempo les ha dado la razón: llevan 40 años juntos, nunca se han peleado y se quieren como el primer día. En 1990 nació su única hija en común, Charlotte.