Luis García Berlanga
El dispensador de comillas
Este asunto nos haría darnos de bruces con un proverbial personaje «berlanguiano», el hombre con aspecto y maneras de José Luis López Vázquez que sellaría el impreso de los caracteres, tipos, situaciones y escenas auténticamente 1«berlanguianas»
Luis García Berlanga
Diez años después de la muerte de Luis García Berlanga y un año antes del centenario de su nacimiento, podremos por fin quitarle las comillas a la palabra berlanguiano , según nos anuncia la RAE. Sin duda, algo muy cómodo, pues nos acerca a ... la palabra sin ese tentarse la ropa que son las comillas, pero al tiempo también supone algo comprometido, pues la comodidad no fue nunca una disposición o un estado que buscaran ni Berlanga ni lo «berlanguiano». En realidad, y entrometiendo un poco en el asunto a Azcona, podría decirse que este husmear en nuestra lengua de la Real Academia Española nos cambia la claridad de un concepto por la indefinición de un constructo: ¿qué es realmente lo berlanguiano? Según la RAE, es lo perteneciente o relativo a Luis García Berlanga o a su obra, pero, francamente, no creo que tan escueta descripción nos permita a los que usamos la palabra con cierta asiduidad quitarle con despreocupación las comillas… Personalmente, me sentiré más tranquilo y más seguro tentándome la ropa al usarlas.
Hay gran cantidad de riqueza, cultura, propósitos e ingenios en la figura de Berlanga y en su obra cinematográfica, y naturalmente no todo lo que está relacionado con él y ella responde a lo que uno considera «berlanguiano». No es lo mismo el amor de un dentista parisino por un maniquí en «Tamaño natural» que los afanes de Saza por colocar sus porteros electrónicos en la cacería en la finca Los Tejadillos, del Marqués de Leguineche. Ni lo son, tampoco, el relleno frívolo de «Novio a la vista» o el humano de «Calabuch» que lo caótico y sainetero de «Plácido» o lo abisal de «El verdugo». Sin comillas, claro, todo es obra de Berlanga y por lo tanto (la RAE) berlanguiano, pero solo desoficializándolo con un entrecomillado podrá discernirse y percibir su auténtico significado .
De hecho, este asunto nos haría darnos de bruces con un proverbial personaje «berlanguiano», el dispensador de comillas, es decir, el hombre con aspecto y maneras de José Luis López Vázquez que sellaría el impreso de los caracteres, tipos, situaciones y escenas auténticamente «berlanguianas». «Que sí, que sí, señor Romerales, que ya sé que es de Berlanga, pero esto no se lo paso yo a usted como berlanguiano con comillas».