Luis García Berlanga, desconfinado a los diez años de su muerte
Se cumple una década sin el cineasta que mejor retrató el espíritu de un país. Rodrigo Cortés, Edu Galán y Oti R. Marchante desgranan su figura
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Iniciar sesiónLos ecos del cine de Luis García Berlanga (1921-2010) siguen rugiendo en el décimo aniversario de su muerte, que se cumple mañana. En un encuentro celebrado en la nueva sede de ABC, el cineasta Rodrigo Cortés, el escritor Edu Galán y el ... crítico Oti Rodríguez Marchante (que se unió de manera telemática) desgranan la figura del director que mejor capturó la esencia de los españoles.
Leyenda Berlanga
- Rodrigo Cortés : hemos comprado a Berlanga su leyenda, su autoleyenda, de descuidado, de caótico, de distante, de desapasionado. Cualquier plano de «Plácido» o «Patrimonio nacional» contradicen eso: son de una perfección y de una impecabilidad técnica al alcance de cinco o seis directores en el mundo. No se pueden hacer planos de siete minutos con 16 personas hablando y cruzando diálogos si no es ensayando y ensayando hasta conseguir la absoluta perfección. Otra cosa es que luego no se asomara a la cámara, o que el día antes no supiera qué iba a grabar.
- Oti Rodríguez Marchante : lo que vemos es puro caos, pero un puro caos que por estos milagros de la vida exprimen hasta la última gota de al menos dos décadas de España. Si alguien quiere saber cómo era España en los sesenta, basta con ver no ya una película, una escena de Berlanga.
- Edu Galán : por llevaros la contraria, y frente a lo que dice Oti, no diría que fueron veinte años, fueron cuarenta. No creo que haya película que explique mejor el futuro globalismo que «Moros y cristianos» (1987). A mí me explica más los ochenta «Moros y cristianos» que «Wall Street». Y me explican más los 90 «Todos a la cárcel» (1993) que «Pasionarias», de Vicente Aranda, que me explica más a Vicente Aranda y a una izquierda que a la realidad de la calle. Es la leche haber sobrevivido a todo eso. Haber sobrevivido a escribir con Azcona, porque sobrevivir a Azcona me parece asombroso.
¿Cómo se movería en la censura de lo políticamente correcto?
-R. C. : es una pregunta sin respuesta, nadie sabe qué pasaría. Él consideraba que hizo sus mejores películas cuando había censura, y cuando le preguntabas si creía que volvería a hacer una tan buena, decía que sin censura sería muy difícil. De alguna manera, la censura es un acicate que obliga al cerebro a pensar y a encontrar coartadas y salidas.
-E. G. : creo que Berlanga se movería muy bien porque uno de los temas centrales de su cine es la hipocresía y la mediocridad. Y en esta época, esa hipocresía y esa mediocridad se han unificado hasta cada uno de los ciudadanos gracias a que todos tenemos un móvil y somos tan mediocres e hipócritas que desde nuestras ventanas, justo después de aplaudir a los sanitarios, sacamos un vídeo porque un vecino está muy cerca de otro.
-R. C. : imagino que en un caso como este de la censura de lo políticamente correcto, lo que haría Berlanga sería prestar la menor atención posible.
-O. R. M. : hoy encontraría muchísimos motivos para ser lo que fue siempre: ese cineasta a la captura de lo berlanguiano. Imagino el título ahora: «Siente un contagiado a su mesa». Haría algo con muchísimo sentido del humor y más de la ironía. Igual que con Berlanga ocurriría con otros personajes de la Literatura o el Teatro, que es la línea que une a Quevedo con Goya o con Valle-Inclán… Cualquiera tendría una visión de nuestra actualidad que sería demoledora y nos haría reír y emocionarnos. Lamentablemente, no vamos a ver ese tipo de mirada en la actualidad.
«Sus» actores
-O.R.M. : parece que todo estaba confabulado, porque no te puedes imaginar sus películas sin sus actores. Él construyó sus personajes para que fueran así, pero me parece imposible ahora mismo cualquier intento de «remake» con otros actores.
-R. C. : no funcionaría porque su propio cine empezó a resentirse de eso. Consideraba que tenía mucho que ver con que estos actores de los años 50 y 60 formados en teatro eran perfectamente capaces de, a pesar de su tamaño actoral, hacer papeles de dos o tres días y hacerlos interesantes. Y vio que poco después los actores empezaron a defender sus estatus de otra manera: o soy protagonista, o tengo por lo menos tres semanas de rodaje, o… y, de alguna manera, el cambiar de generación y tener que jugar con esos juegos de estatus, y no tener esa solidez de un Pepe Isbert o un López Vázquez, que era el representante perfecto de sus obsesiones de reprimido en una España negra, explotando su sexualidad a borbotones de la peor manera y de la forma más incontenible, sería muy muy difícil en generaciones posteriores que hablan y se mueven de otra manera.
-E. G. : pero estaréis de acuerdo en que la única actriz que es irremplazable es la muñeca de «Tamaño natural» (1974). Es una película que hoy, si la replicasen plano a plano como Gus Van Sant con «Psicosis», lo matarían.
-R. C. : (Risas). Ya lo quisieron matar entonces. Fue una película incomprendida, detestada, depauperada por la crítica, machacada por todos los movimientos militantes de la época. Ya fue imposible en su momento. Ahora no tendría la menor oportunidad, rodearían los cines para impedir que se proyectara. Y lo harían sin verla.
El público
-R. C. : hablamos de lo que haría Berlanga ahora, pero probablemente ahora no podría hacer lo que quisiera. Y si lo hiciera, seguramente no comunicaría con su público como lo hizo en otro momento, porque va por otro lado, simplemente. Cuando uno ve «París-Tombuctú» (1999) detecta esa melancolía, ese apartarse, ese despedirse, ese sentir miedo de un mundo que ya dejaba de ser el suyo.
-E. G. : esa película termina con el plano ese de «tengo miedo»... No sé cómo lo acogería el público. Lo más «berlanguiano» del último cine español podría ser el primer «Torrente». El último intento ha sido «Los europeos», conectando con Azcona [se basa en una novela suya], pero el público no le ha prestado esa atención. Quién sabe.
-R. C. : él no fue verdaderamente taquillero. Con «Bienvenido, Mister Marshall» (1953) sí, luego no... Con «La escopeta nacional» (1978) empezó a hacer dinero, con «La vaquilla» (1985) también... Fueron verdaderamente populares décadas después. Fue un director de festivales, pero en absoluto tan reconocido como los italianos. Si hubiera sido italiano, no digo americano, si fuera italiano le tendrían a la altura de Fellini internacionalmente. En España el público lo rescató mucho después y fue en televisión. «Plácido» o «El verdugo» no fueron tan icónicas en su momento en las salas.
Retratista de los españoles
-E. G. : los personajes de Berlanga tienen rasgos «quevedianos». Y de Azcona, no lo olvidemos, y eso me llega. Porque entro en un bar y ahí están. En el bar se habla como los personajes de Berlanga, y siguen hablando así aunque ahora escuchen trap.
-R. C. : lo que me parece singular, y lo encuentro maravilloso, es que los personajes de Berlanga son egoístas y son miserables. Y eso es lo que son, y no hay perdón detrás. Es habitual tomar personajes negativos y humanizarlos. Y él consigue humanizarlos de tal manera que te siguen divirtiendo pero sin perdonarlos, sin salvarlos, sin explicarlos… Son miserables, y sórdidos, y no hay personaje en el cine de Berlanga que no se mueva impulsado por un motor egoísta. Incluso las víctimas de su cine lo son porque no han podido ser verdugos. Y con todo y con eso, consigue que te compadezcas de ellos en sentido literal y que te diviertan.
-E. G. : ese es un problema del cine actual: el justificar. El que es así porque le hicieron «bullying». Pues es un apunte, pero me da igual.
-O. R. M. : es cierto que a Berlanga le interesaba encontrar ese lado que en realidad está en el ser humano en general, esas zonas miserables, por decirlo de alguna manera, de las personas buenas. No hay santoral en su cine, pero tampoco grandes villanos.
-R. C. : no le hace falta.
-O. R. M. : lo que hace es no pontificar con ellos y sí sacarles chispas. No encuentra las mayúsculas, sino la vida íntima. En cualquier película suya tiene vigencia porque habla de las pequeñas miserias que tenemos todos.
-E. G. : la sociedad es la vil, no hay villanos porque todos lo son.
-O. R. M. : eso es lo fantástico... No te presenta nada que no hayas visto en los demás y en ti mil veces, pero lo hace con talento berlanguiano y de Azcona. Lo que se deberían reír organizando esas escenas...
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