Nada puede parar un sueño
¿Bastaba con eliminar la publicidad, dejarse de pruebas y encargar la presentación a un profesional para que todo fuera sobre ruedas? Sí y no. También hacía falta un guión medido, una puesta en escena sobria, un ritmo feroz, unos cámaras atentos, un realizador omnipresente, ... unos efectos especiales brillantes, un narrador oportuno y sabio incluso para rectificar, un falso tráiler de «Celda 211» genial...
Noticias relacionadas
- Fotogalería: Los mejores momentos de la alfombra verde
- Duelo de elegancia en la alfombra verde
- Especial Premios Goya 2010 en ABC.es
- Goya de Honor: Mercero, el fabricante de Sueños
- «Tengamos la fiesta en paz»; por Javier Cortijo
- Fotogalería: Los mejores momentos de ediciones anteriores de los premios Goya
- Goya 2010: gala de la reconciliación
- «Celda 211», favorita para los lectores de ABC.es
- Álex de la Iglesia: «Nos creemos el ombligo del mundo»
- Fotogalería: Los mejores momentos de la alfombra verde
- Duelo de elegancia en la alfombra verde
- Especial Premios Goya 2010 en ABC.es
- Goya de Honor: Mercero, el fabricante de Sueños
- «Tengamos la fiesta en paz»; por Javier Cortijo
- Fotogalería: Los mejores momentos de ediciones anteriores de los premios Goya
- Goya 2010: gala de la reconciliación
- «Celda 211», favorita para los lectores de ABC.es
- Álex de la Iglesia: «Nos creemos el ombligo del mundo»
Eran necesarias muchas cosas, más de las que nadie imagina, y no faltó ni falló casi ninguna, aunque alguien eche ahora en falta un poco de sangre. Todos hemos hemos visto ya las galas suficientes, incluidos los Oscar -de los que se copió sólo lo bueno-, para saber lo difícil que es redondear una gala tan sencilla, sin más estridencias que las provocadas por los nervios de algún galardonado. Venía haciendo falta una fiesta de verdad, que no estuviera en contra ni a favor de nada, salvo del cine.
Brillante y sin sorpresas
De Buenafuente, lo único malo que se puede decir es que su brillantez no sorprendió a nadie. Sin perder su estilo, ni sus improvisaciones, que además de una mente rápida demostraban una preparación excelente, el infiltrado de La Sexta parecía una mezcla entre Billy Crystal y Jon Stewart. Hasta que llegó el contrapunto dramático del
discurso del presidente, Álex de la Iglesia
De los premios se puede discutir todo lo que queramos, como de cualquier decisión democrática, de los árbitros de fútbol y de las tonterías de los políticos o los periodistas. Esa es la parte que no se puede controlar. El resto, lo que se puede escribir en un guión, salió sobre ruedas. Y qué bonita fue la entrega a Mercero. Qué demostración de sensibilidad y buen gusto. Este es el camino.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete