Raritos de Navidad

—Pues verás tú como nos toque el Gordo y tú seas el único que no lleva.

Casi con palabras de otra canción, de María Dolores Pradera, la gran señora de la delicadeza de los versos de Chabuca Granda, diré que no se lleva. Ya sé que no se lleva esto de no jugar Lotería de Navidad. Como tampoco se llevaba antes irse a la playa en Semana Santa y ya ve usted, ahora está El Rompido lleno, y Chipiona lleno, y Mazagón lleno cuando, por ejemplo, El Cachorro está pasando por el puente. A propósito del Cachorro, y ya que vamos de Navidad. Lo ridículo no es que manden quitar el árbol de Navidad en un colegio, en tanto en cuanto símbolo y recuerdo, aunque sea enganchado a la inglesa, del Natalicio del Salvador, y que el cuadro del Cristo de la Expiración lo pongan poco menos que en el cuarto de los trastos viejos, «en el cuarto de las ratas» donde nos castigaban a los niños en el colegio de la Doctrina Cristiana. Lo más ridículo es la tarjeta de felicitación de las Pascuas que ha enviado Susana Díaz. Creo que la Junta regala una estancia de Nochevieja, cotillón incluido, en el mejor hotel de Sierra Nevada a quien encuentre no ya un motivo religioso, sino algo relacionado con «las Fiestas» en la tarjeta de felicitación propia de estas fechas que está enviando Susana Díaz y que, gracias a Dios, no he recibido, porque me da algo si abro ese sobre, veo que no viene nada de Navidad ni del Niño Jesús por parte ninguna y que todo va de Año Nuevo. ¿Y saben con qué imagen? Pues con un brote verde, por un como helecho que está brotando en las calcinadas marismas de Doñana que sufrieron el incendio horroroso. Pues esto es lo que hay y esto es lo que vota la gente, ¿eh?, a mí que me registren.

Así que, inscrita Susana Díaz en el Catálogo de Sevillanos Más Bien Raritos, manque sean de Triana, comprobamos que hay muchos objetores de Navidad. Gente a las que da un por saco horroroso la Navidad. Matizo: no la fiesta religiosa en sí, que es la causa y el motivo de tanta bola de luz en la Plaza de San Francisco («está pressssssiosa»), sino de toda esta utilización comercial del Nacimiento de Cristo. Y entre esa utilización, horror, la comida de Navidad de los compañeros de trabajo. Por narices hay que celebrar la comida de Navidad de empresa y por narices hay que ir, si no quieres ingresar directamente en el mentado Catálogo de Sevillanos Más Bien Raritos. Si por algo me gustaron los dicen que ya pasados años de la crisis es porque las comidas de Navidad de empresas desaparecieron prácticamente. Han vuelto en todo su esplendor. No encuentras un restaurante con mesa libre. Todas ocupadas por las comidas de Navidad de las empresas. Y luego, la obligada visita al bar de cócteles para los reglamentarios gin-tonics en copa de balón. Hasta las mismas tantas. Todos esos bares de copas tan llenos como a mediodía los restaurantes.

Por eso quiero destacar entre el Catálogo de Raritos a un tipo de sevillano que le echa valor el tío: el que se niega a ir a la comida de Navidad con los compañeros de trabajo. Por dentro dice que demasiado tiene con aguantarlos todo el año para encima tener que soportarlos medio piripis e irse luego con ellos al bar del gin-tonic en copa de balón. Pero oficialmente dice que no puede porque tiene que ir al Ave a recoger a su suegra, que vive en Madrid y viene a pasar la Navidad con ellos. Sí, sí... Nadie tiene el valor de decir que no va a la comida de Navidad de la empresa porque es un rollazo, y que añora aquellos años de la crisis gorda en que dejaron de celebrarse estos espantos inaguantables con copas luego hasta las mismas tantas.