No nos engañemos
Dos pueden levantarse para impedir que se coman a uno de sus cercanos
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Iniciar sesiónEl buen hombre vive entre vecinos que forman grupos que, aunque no lo digan, viven enfrentados. El buen hombre se lleva bien con todos los grupos, y estos, cada uno en su momento, le dicen que viven para defenderlo incluso de los otros grupos y ... tratan de acapararlo para que los apoye y crea en ellos. El buen hombre no sabe lo que hacer; quisiera pensar que todos son buenos, porque así parecen cuando los trata individualmente, pero no acaba de fiarse, porque ve que los grupos sólo se llevan bien cuando tres se unen para fastidiar a uno, o cinco se unen para fastidiar a dos, y el buen hombre desconfía de todos. Y se acuerda de Juan de Mairena y «Del difícil fracaso de una Sociedad de Naciones.»
«Algún día —habla Mairena en el café— se reunirán las grandes naciones para asegurar la paz en el mundo. ¿Lo conseguirán? Eso es otra cuestión. Lo indudable es que el prestigio de esa Sociedad no puede nunca menoscabarse. Si surge un conflicto entre dos pequeñas naciones, las grandes aconsejarán la paz paternalmente. Si las pequeñas se empeñan en pelear, allá ellas. Las grandes se dirán: no es cosa de que vayamos a enredarla, convirtiendo una guerra insignificante entre pigmeos en otra guerra en que intervienen los titanes. Ya que no la paz absoluta, la Sociedad de Naciones conseguirá un mínimun de guerra. Y su prestigio queda a salvo. Si surge un conflicto entre grandes potencias, lo más probable es que la Sociedad de Naciones deje de existir, y mal puede fracasar una sociedad no existente. —Y en el caso, amigo Mairena, de que surja el conflicto porque una gran nación quiera comerse a otra pequeña, ¿qué hacen entonces las otras grandes naciones asociadas? —Salirle al paso para impedirlo, querido Don Cosme. —¿Y si la gran nación insiste en comerse a la pequeña? —Entonces las otras grandes naciones le ordenarán que se la coma, pero en nombre de todas. Y siempre quedará a salvo el prestigio de la gran Sociedad de Naciones.» Algo así pasa en este vecindario donde el canibalismo político se practica como el desayunar café con tostada, que los vemos tan amigos a una hora y cuando menos lo esperamos, zas, tres se han reunido para almorzarse a uno, o cinco se han juntado para cenarse a dos. Dos pueden levantarse para impedir que se coman a uno de sus cercanos, y si el más poderoso insiste en comerse al más pequeño, lean a Juan de Mairena. Coloque las siglas de la política española como mejor le cuadre, querido Don Cosme, pero verá cómo tratan de mantener intacto el prestigio de esa gran sociedad —o lo que sea— de partidos. Y nosotros, a esperar a ver qué deciden.
antoniogbarbeito@gmail.com
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