Cardo máximo

También ha muerto Andrés

"Tu código postal afecta más que tu código genético frente al cáncer". ¿Y los que carecen también de código postal?

Un ramo de flores envuelto en papel rojo y una sencilla nota escrita a mano sobre un papel cuadriculado como de cuaderno escolar: «Descansa en paz Andrés ya estás en la gloria eterna de Dios». Alguien lo puso a la entrada de la antigua biblioteca ... pública de la calle Alfonso XII, donde Andrés hacía su vida. Hago memoria y recuerdo a alguien en quien normalmente no reparaba, con el transistor encendido o de tertulia con otros compañeros de fatigas. El acceso al edificio público los protegía de la intemperie. Eso y los cartones, las mantas en las que se arrebujaba. No murió solo. Al menos tuvo una mano amiga que lo socorrió cuando cayó desplomado en mitad de la calle. Avisado a deshora, un sacerdote le administró los últimos sacramentos. El martes pasado aplicaron la misa de la tarde en la parroquia de San Vicente por el eterno sufragio de su alma. El templo estaba lleno. Iba camino del médico acompañado por un voluntario del proyecto ‘Levántate y anda’ que cuida de las personas sin techo en el Centro de Sevilla cuando falleció. Una cita con el especialista o algo así en Marqués de Paradas. Nunca llegó a la calle donde la Asociación Española Contra el Cáncer dispone de un local de sensibilización.

Si los nombro es porque han puesto en marcha una campaña sobre la desigualdad como factor agravante. «Tu código postal afecta más que tu código genético frente al cáncer», se lee en algunas marquesinas desde las que la AECC llama a las conciencias para erradicar inequidades en el acceso al sistema sanitario. ¿Y los que carecen también de código postal? ¿Qué será de los que viven en la calle, los que duermen en un banco pasando frío, los que se calan hasta los huesos cuando llueve y se les quema la piel cuando aprieta el sol? ¿Cómo afrontar sin dinero no ya un cáncer sino un simple resfriado, una dolencia crónica o un padecimiento por estar día y noche a la intemperie?

Sobrecogido con la noticia de la muerte de Pascual González, impresionado con el fallecimiento del periodista de Canal Sur Jaime Velasco al que siempre recordaré entrenando en el patio de los Maristas en aquel equipo de balonmano que entrenaba Paco Fimia, se me ha venido a la mente, sin embargo, el difunto del que nadie escribirá su obituario. Podría haber preguntado más detalles a los queridos hermanos del Museo que me dieron noticia del suceso y haber compuesto una lastimera nota necrológica, pero he preferido ahorrar los detalles biográficos para que su nombre –todos tenemos un nombre incluso si no se tiene un hogar– perdure en la memoria como esas letras mayúsculas en el papel de libreta pegadas con celo al envoltorio rojo de las flores. Descansad en paz, Andrés, Pascual y Jaime.

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