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EL RECUADRO

Giralda verde

Que no presumen tanto los sevillistas en la rojez de la torre, que pronto los béticos han de tener una gran alegría

Imagen de la Giralda VANESSA GOMEZ
Antonio Burgos

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Pusiéronse muy contentos los sevillistas cuando los restauradores que están sacando de brillo nuestra Torre Mayor por feliz acuerdo del Cabildo Catedral, al concluir sus trabajos en la fachada de Poniente dijeron que en sus comienzos la Giralda, «madre de artistas,/molde de fundir toreros», ... era toda de color rojo. Algo así como el Sánchez Puzjuán, pero sin rampa 16 dedicada a la indeleble memoria de Antonio Puerta. Los arqueólogos daban la razón a la antigüedad del «club decano», al comprobarse que la ciudad ya lucía sus colores antes de que fuese fundado. Pero como Sevilla está visto y demostrado que es ciudad dual, Narilargo y Rascarrabia, los duendes de la muralla de la Macarena, que llegaron con Julio César y no se apuntaron de armaos en la Centuria por cuestión de la lista de espera que entonces tenía ya Fernando Vaz su capitán, me han aclarado que no presuman tanto los sevillistas en giraldescas cuestiones de la rojez de la torre, que pronto los béticos han de tener una grande alegría. Me lo han dicho cuando, desmontados los andamios de la cara de Poniente que hace tan hermosa a la torre cuando se la ve desde las localidades con derecho a Giralda de la plaza de toros del Arenal, han empezado a colocarlos en la cara Sur, la que da al Alcázar y a la Plaza del Triunfo. Por su teléfono móvil (porque los duendes de Sevilla son tan modernos que tienen hasta teléfono móvil, de prepago porque andan cortitos de jurdó), me llamaron y dijeron:

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