Elogio de la mentira

Con la llegada de Sánchez al poder del partido y a la presidencia se ha instalado en España la mentira como un valor supremo que ya ni siquiera se discute

Si Erasmo de Rotterdam escribió el «Elogio de la locura», ¿por qué no hacen lo propio esos pensadores que se arrogan las claves del progreso y escriben el «Elogio de la mentira», ese recurso que se ha puesto de moda en la izquierda gobernante? Erasmo ... se burló de la estupidez y la estulticia, de la ignorancia y la necedad en ese libro que se tradujo con el término locura. Esos elementos conforman la superficie del pensamiento progre -valga la paradoja- que se ha instalado en el campo que estuvo abonado a la socialdemocracia. Que no es lo mismo. Porque una cosa es la farfolla que quiere imponernos el mester de progresía, y otra muy distinta el socialismo democrático, imprescindible en todo Estado que quiera apoyarse en las dos patas que lo hacen crecer y avanzar. A la derecha, el liberalismo y el conservadurismo creando riqueza, innovando al tiempo que se conserva lo mejor del pasado; y al otro, la socialdemocracia que corrige y distribuye, y que plantea reformas que permiten mantener eso que se llamó el Estado del bienestar.

El PSOE, digámoslo claro de una vez, ha entrado en una deriva que asusta a sus propios barones, a sus antiguos dirigentes, a los militantes que despotrican en voz baja mientras muestran el asentimiento a la dirección para no señalarse. ¡Ay, la disciplina de partido que afecta a todos por igual! Con la llegada de Sánchez al poder del partido, y después a la Presidencia del Gobierno, se ha instalado en España la mentira como un valor supremo que ya ni siquiera se discute. En cada momento se dice lo que más conviene, y al que saca la hemeroteca o una declaración del pasado, se le contesta de forma abrupta, como hace el bolivariano Ábalos. La poca educación y la falta de cortesía se han instalado, de camino, en la dialéctica imprescindible que han de mantener el poder y la prensa. O se convocan ruedas de prensa sin preguntas, que es algo así como una paella sin arroz, o se contesta de malas maneras al que cumple con su obligación de informar. Chitón.

Por eso es necesario que los progres al servicio del poder escriben un libro colectivo, o uno de esos manifiestos que tanto les gustan. Un texto donde se defienda la mentira como algo progresista, como una forma de liberarse de la verdad. Porque la verdad nos encierra en la obligación moral de mantenerla y de cumplirla, y eso es fascismo puro. ¿Lo ven? Ya está resuelto el problema. La mentira es progresista, porque nos da la libertad de contradecirnos a cada momento, de decir una cosa y hacer la contraria, de portarnos como nos dé la gana. Lo otro es la inquisición de la extrema derecha, el golpismo lingüístico que nos encierra en la jaula del compromiso adquirido. Hay que liberar al ser humano de su compromiso con la verdad, de eso tan facha como es cumplir con la palabra dada. Los contratos se firman para romperlos. Las promesas electorales solo comprometen a los que se las creen. Con el doctor Sánchez ha llegado, por fin, la libertad tan ansiada. Pedro el Libertador nos ha liberado de la verdad, que ya no nos hará libres. A partir de ahora, la mentira será el gran valor que se enseñe en las escuelas, donde cambiaremos al Cid y a Don Quijote -esos fachas- por el personaje que encarna la nueva España: Pinocho.

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