PÁSALO
Sin respiración
Ucrania, pese a la guerra, está abastecida. Aquí un kilo de boquerones cuesta trece euros
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Iniciar sesiónHa marcado el próximo día 29 como la fecha tótem, la fecha mágica, el día del desembarco en las playas del desastre para hacerle frente a lo que esconde la Normandía de esta profecía maya. El día 29 volveremos a respirar y el aire entrará, ... fresco y oxigenado, por los pulmones de una nación que se asfixia. Si el aire es vital para mantener con vida la existencia, las energías lo son para que el mundo que nos alimenta: desde las ganaderías lecheras a los abastos de pescado, desde las verduras de las ensaladas a los aceites de las perolas donde se fríen los calentitos, desde las medicinas que llegan de los laboratorios a los cementos que pegan los ladrillos de la construcción, desde la luz con la que enciendes la tele hasta la que dejas de consumir por su criminal precio de mercado. Si todo esto falta, no llega o llega tan caro como una subasta en Sothebys de un rosario de marfil filipino, colapsamos. Palmamos. La hierba crecerá en las rendijas de los rascacielos y las curvas de las pizarras de las cuentas de las empresas se convertirán en gráficas caídas verticales, directas al abismo como metáfora de un final indeseable. Huele a Edad Media…
Si todo esto no se para a tiempo nos sumergirá un tsunami endiablado de distopía que pone al alcance de la mano el mundo gris, implacable y salvaje de los terminators. De cumplirse el colapso por falta de energía asequible, empecemos a pensar en un bonito y sentido obituario para despedirnos de una época, de un modelo de sociedad, de un mundo que alguna vez, hace algunos años, fue feliz y quizás indocumentado. Nos puede valer para inspirarnos el poema terrible y finalista de Kavafis sobre la venida de los bárbaros. Con la diferencia, en nuestro caso, que los bárbaros están aquí, viven aquí y hacen política aquí. El aire que llena los pulmones de nuestra economía sale del gas, del petróleo y derivados. Cuyos precios inflados por los intereses impositivos gubernamentales, por las trapisondas de mercado de los altos consejos de administración y por la guerra de Ucrania tienen en la UCI a una nación. Es curioso, en Ucrania, en plena guerra, invadida por el totalitarismo soviético de un ex KGB reconvertido en apóstol imperial del nacionalpopulismo, hay de todo, menos patatas, zanahorias y cebollas. Aquí escasea hasta la esperanza. Y los boquerones cuestan trece euros el kilo.
Yo no sé cuánto días más podremos resistir sin respirar. Pero no se ve en un horizonte inmediato la determinación gubernamental que nos devuelva la confianza. Y es que, en los lineales de la política, también escasea la fe. La gente, sin necesidad que nos lo digan los brujos de la demoscopia, no tienen confianza en un gobierno dividido por sus peleas internas y que, claramente, da muestras de su impotencia para encontrar soluciones. Son como esos alumnos que aspiran a ser arquitectos y sus dotes intelectuales solo dan para poner sombrillas en las playas del verano. El día 29 se nos anuncia como la fecha en la que el pueblo español atravesará definitivamente el desierto y encontrará un oasis. El caso está en saber si llegaremos, si hay oasis y, de haberlo, si su soberanía no es de Marruecos…
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