Pásalo
Penumbras
Es letal no comprender la letra pequeña de los cambios históricos
La oscuridad que nos anuncian los nuevos profetas del gran reseteo ha llegado a España antes que a ningún otro lugar del occidente europeo, convirtiéndonos en la premonición real de lo que vienen profetizando. Estos nuevos profetas, haciendo sonar el trompeterío de sus catastróficas visiones, ... se arañaban la garganta advirtiéndonos de que el lobo se comía a Caperucita en el bosque de la confusión del cambio global, asegurándonos que salvar el planeta pasaba por un nuevo modelo energético, menos carbonizado y más limpio, desbordante de hidrógeno verde, de techos fotovoltaicos y una atmosfera pura y descontaminada de gases intestinales de vacuno. Resulta curioso comprobar cómo los que se han encargado de ensuciarlo todo, convertir los océanos en tanatorios de plástico y devorar los bosques tropicales como termitas mutantes, son los mismos que están hoy detrás de la anunciada transición energética comandando legiones mediáticas, científicas y políticas contra el cambio climático. En pocas palabras: son los pirómanos los que quieren que les salvemos su bosque, a base de nuestro sudor y libertad, para que sigan siendo los apellidos de siempre los nuevos amos del universo.
La subida de la electricidad, de la gasolina y del gas le dan la razón a los que pregonaban un futuro más caro, menos libre y más feudal. El futuro ya está aquí, cantaba con aire despreocupado y feliz el Santiago Auserón de la movida madrileña cuarenta años atrás. ¿Era este el futuro que preveía Auserón? Porque el cambio de las energías fósiles a las limpias puede que salve al planeta, si de algo hay que salvarlo dada su supuesta extrema gravedad, pero a los que no nos salvará nadie será a los que paguemos esa transición al mundo nuevo, descontaminado y esterilizado que nos anuncian. A los españoles nos cogerán con el kilometraje hecho. Ya sabemos lo cara que resulta encender la luz o llenar el depósito de nuestro coche. Es letal no entender la letra pequeña de los cambios históricos. Pasa como con la factura de la luz, que interpretarla nos exige conocimientos nigrománticos, para ver más allá del 21 por ciento de IVA con el que nos electrocutan y otros impuestos que le cuelgan, qué brujerías pagamos los consumidores de las que no tenemos ni la más peregrina idea. Menos mal que el gobierno de izquierdas que nos prometió una electricidad para el pueblo ha cumplido su palabra y se ha quedado con el pueblo y la electricidad se paga más cara que nunca. Las puertas giratorias no se cansan…
La transición energética nos dibuja un mundo feliz, un planeta sano y un paraíso naif llenos de colibríes libando en las flores de hibiscos y mariposas multicolores revoloteando las cabezas de los viejos magnates del petróleo. Los que nos condenarán a las penumbras feudales por el nuevo precio energético son los que seguirán comiendo carne de vacuno mientras el resto nos envenenaremos con los filetes inorgánicos de Bill Gates. Habremos salvado el planeta. Pero nadie se acuerda de que en los arsenales hay más de catorce mil armas nucleares esperando su turno para mandarnos a todos al carajo…
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