PÁSALO
Harry el Sucio
No hay una apuesta deEstado para acabar con la narcocostra de La Línea
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Iniciar sesiónDesde hace muchas décadas, el Campo de Gibraltar es una anomalía social, económica y cultural en el tacón de Andalucía, registrando singularidades que se han tornado en insufribles cefaleas. Sobre todo para los nativos, porque en Madrid no acaban de enterarse que la solución de ... aquel epicentro del narcotráfico no es mandar a Harry el Sucio con su enorme pistolón, aquel rutilante Magnum 44 con el que el inspector Callahan mantenía a raya a los malos. Harry, en una época muy concreta de la muy violenta sociedad norteamericana, significó la sublimación cinematográfica de un héroe policial al margen de una normativa obstruccionista, que les daba ventaja a los delincuentes. Sintetizó el sueño de tanto ciudadano vulnerable que se sentía menos protegido por las leyes que los encanallados utilitaristas del sindicato del crimen. Madrid sigue empeñado en ver en La Línea un problema policial. Exclusivamente policial. Y, una vez más, no llevo la cuenta de veces que lo he escrito, el problema de aquella comarca no se soluciona enviando a Harry el Sucio.
Cada año que pasa la situación se pone más estupenda en la zona. Y las campañas de despliegues policiales en televisión deben provocar carcajadas de desahogo en los caciques que comandan los clanes. Me los imagino, ante tan despistada respuesta, ensuciándose las narices con néctar colombiano, debidamente esparcido por una mesa de metacrilato apoyada sobre patas doradas de muy mal gusto, mientras son sobados por tangas sabrosonas para que todo parezca un plagio cateto de Pablo Escobar. Año tras año, desde que la crisis petrolera de los setenta se cargara el sueño franquista de un polo de desarrollo en la zona, el campo gibraltareño ha gozado de pocas oportunidades para abrazarse a una vida decente. Abandonados a su suerte, en el pozo de una Andalucía comida por cifras subsaharianas de paro, con un fracaso escolar tan solo igualado por los currículos académicos de algunos ministros, la consigna vital era salvarse del naufragio. Así, muchos de los barrios más desestructurados se acogieron al amparo laboral a su alcance, nutriendo los recursos humanos de semejante industria: chivatos, colaboracionistas, camelleros y hermanos de la santa cofradía del buen viaje del narco, enmantecadas las billeteras con el regocijo de los binladen europeos.
Todo lo que vaya en contra de este ‘auxilio obrero’ será tomado como una muestra de agresión por sus beneficiados. Una declaración de guerra a su estado del bienestar. La desidia de la política los ha convertidos en palancas productivas del narcotráfico. Y no se divisa en el horizonte una apuesta real, decidida y de Estado por barrer de tanta costra la zona. Seguirán enviando a Harry el Sucio para disimular y fracasar. Mientras, La Línea marcará el nivel de la incompetencia central y muchos linenses soñarán con la nacionalidad gibraltareña. Alternativa que se me antoja muy próxima, viendo lo que el superpuerto de Tánger puede hacer con Algeciras…
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