Pásalo
Buscando a Nemo
Bruselas no ha negociado nada, ha iniciado la reconversión del sector

AQUEL animado infantil de la pasada década, que tan felices como melancólicos hizo sentir a los niños de la época, desarrollaba la aventura de un pez padre para encontrar a su hijo pequeño, perdido en un arrecife australiano y, posteriormente, condenado a vivir en una ... pecera. Como muchos de estos relatos para tiernos infantes, se sirvió bien sazonado de instintos muy básicos, que te llevaban sin grandes laberintos a mocosear de tristeza y a reír por esa ansia humana de un final feliz. En Bruselas los pescadores de arrastre y los palangreros andaluces no han encontrado a Nemo. Ni tampoco a su padre. En Bruselas, donde pretendidamente se negociaba el encaje de la sostenibilidad ecológica con la actividad laboral de la pesca, han ganado Nemo y su padre, causando, eso sí, mucha más tristeza en los pescadores andaluces que se han visto encerrados en una pecera, como Nemo. La pecera no ha sido otra que hacernos creer que Bruselas trataba de dialogar, negociar y pactar un acuerdo justo. Cuando no ha hecho otra cosa que iniciar una reconversión sin contemplaciones del sector de la pesca de arrastre y palangre sureña.
Así que Nemo y su padre pueden estar tranquilos. Volverán a su arrecife para que la narrativa ecológica prime sobre la realidad social y laboral de los pescadores andaluces. Que han venido demostrando, desde años atrás, su interés en preservar los caladeros y dotarlos de un alto porcentaje de sostenibilidad. No a ojo de buen cubero. Sino con los estudios científicos y técnicos pertinentes que en Bruselas, la consejera del cartucho de merluza gaditana, gracias a Dios, Carmen Crespo, ha dejado sobre la mesa salvaje de los tecnócratas. En Bruselas estaban solo por buscar a Nemo y salvarlo. Y aquí nos ha tocado ser el malvado poseedor del pececito en la pecera. Los pájaros disparándole a las escopetas. Porque la comisión negociadora europea ni ha tenido en cuenta esos informes científicos actualizados sobre los caladeros, ni tampoco ha ponderado que los pescadores ya llevaban sobre sus espaldas años de rebajas en las capturas e innovaciones técnicas en las artes de pesca. Directamente los han llevado a la reconversión, jamás a una negociación justa.
Los más veteranos del lugar recordarán al comisario austriaco Franz Fischler, que en los noventa le declaró la guerra absoluta al olivar español. Su grado de conocimiento de la realidad social, laboral y ecológica de ese cultivo en España era cero pelotero. Como lo demostró cuando arrancó una aceituna de un árbol y se la llevó directamente a la boca. Para don Franz la salmuera no existe. El desconocimiento del comisario sobre el sector era enciclopédico. Con la pesca palangrera y de arrastre, sobre todo la del Mediterráneo andaluz, han demostrado el mismo grado de ignorancia. Y también la misma patraña disfrazada de ángeles verdes, porque los recortes a nuestros pesqueros no los van a sufrir terceros países que sí podrán hacer las capturas que quieran en esas aguas. Han iniciado una reconversión durísima para dejarles a barcos ajenos a la Unión que busquen a Nemo y a su padre… A nosotros nos regalarán un rotulador rojo, para darle color al camarón de Coria y hacerlo pasar por la gamba colorá de Garrucha…
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