El búnker de San Telmo

Alguien tendría que recomendarles una película que se desarrolla en otro búnker: El hundimiento. Así se enterarán de lo que es el fascismo de verdad

Han pasado cuatro años de aquello. La mañana es tibia, soleada, con esa luz delgada que dosifica un sol tímido. Un grupo de curiosos espera en la puerta de los coches de San Telmo. Arriba, las estatuas de cemento que dejó Susillo para homenajear a ... los sevillanos ilustres. Sevillanos de nación o de adopción. El grupo va entrando lentamente. Hay que identificarse. Un vídeo los introduce en la historia del palacio. A continuación, una guía sigue desgranando errores históricos que dejan una sonrisa irónica en el escritor que forma parte del grupo y que está rematando una novela sobre los Montpensier. La guía no pone en cuestión las barbaridades que el arquitecto del Régimen ha perpetrado en el edificio barroco. Todo lo contrario.

Después del recorrido establecido, el grupo accede al jardín. Entonces sucede algo sorprendente. Un vigilante los conmina a salir directamente por la puerta que da al Paseo de las Delicias. No se puede visitar el jardín. Ni hacer fotos. El escritor que lleva su móvil en la mano se extraña. Durante la visita al interior del palacio nadie les ha prohibido nada. Sin embargo, ahora todo es distinto. Las órdenes son fulminantes y hay que cumplirlas ante la actitud tensa del vigilante. Han pasado cuatro años de aquello, y ahora comprendemos los nervios de aquel tipo.

Los que se ríen de las cajas fuertes, de los archivadores cerrados a cal y canto donde se guardaban contratos ilegales lo hacen por una razón muy sencilla: no son capaces de ver el búnker del Régimen porque ellos estaban dentro. Les falta la perspectiva que solo puede dar la libertad. El búnker del Régimen no era solamente una metáfora, una imagen visionaria que nos permitía resumir y simbolizar la tela de araña que había tejido el poder durante años, lustros y decenios. Resulta que el búnker existe en la realidad de los jardines que estaban vedados a la visita de un grupo de curiosos, y que se accedía a su interior por un procedimiento alegórico que lo explica todo: por el reconocimiento facial, o sea, por la cara...

Esa ha sido la vara de medir durante demasiados años en la Andalucía del neocaciquismo. Aquí se concedían subvenciones por la cara, se colocaba al personal en las empresas públicas por la cara, y se firmaban por la cara esos contratos que había que guardar en el búnker. Y para colmo de coincidencias simbolistas, para abrir la cámara acorazada había que poner la huella digital en el lugar oportuno: a dedo, como la adjudicación de contratos, como las listas blancas y negras que redactaban los mismos que se quejan del pluralismo que ahora se estila en Canal Sur y que no va con ellos.

Por eso critican estos hallazgos los que han vivido del Régimen durante tantos años. No son capaces de asumir que han sido los instigadores, los cómplices o los voceros de ese sistema que pervirtió el ejercicio del poder en aquella autonomía que surgió del sueño del 28 de febrero. No soportan que nadie critique ese sistema, ni que dicten sentencia los jueces independientes que han puesto patas arriba los métodos que se usaban para tejer la red electoral y para crear esa sensación de paz social digna de El show de Truman. Que sigan burlándose, que así se retratan más y mejor. Y que sigan llamando fachas, o directamente fascistas, a los demócratas que tuvieron que convertirse en disidentes por alzar la voz. Alguien tendría que recomendarles una película que se desarrolla en otro búnker: El hundimiento. Así se enterarán de lo que es el fascismo de verdad. En cuanto al caciquismo, basta con que se miren al espejo para ver al manijero. O que consulten la cuenta corriente donde el Régimen les pagaba el duro de Romanones. Porque esto no es una cuestión de ideología. Como decía Corleone, es negocio. Solo negocio...

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Bienal
Dos años por 19,99€
220€ 19,99€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
3 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 3 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios