Un año en blanco
El año 2019 se irá sin la pena de lo vivido por una ciudad anclada en el marasmo, inmóvil y dejada de la mano de sus gobernantes
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Iniciar sesiónSe irá dentro de unas horas. Y lo hará sin pena ni gloria, esa dualidad contradictoria que define la esencia inefable de la ciudad. Sevilla es la pena del tiempo que se marcha, de esa sucesión barroca que nos lleva inexorablemente hasta el umbral de ... la muerte; al mismo tiempo, la ciudad es la gloria de estar vivos, este azul de diciembre que ilumina el machadiano sol de la infancia. El año 2019 se irá sin la pena de lo vivido por una ciudad anclada en el marasmo, inmóvil y dejada de la mano de sus gobernantes. Y sin la gloria de unos proyectos que nos llevan a creer en la eternidad: el metro, la SE-40, los túneles reconvertidos en puentes, la Ciudad de la Justicia, el dragado imposible, la conexión del aeropuerto con Santa Justa…
Sevilla es una ciudad turística, un escenario dispuesto para el solaz de los visitantes. Lo demás no le importa a nadie. Como mucho, la subida del IVA que puede repercutir en el precio de las sillas. ¿De qué sillas? Pues de la sillas que no son de los chinos y que se sitúan en la carrera oficial para que el personal pueda aburrirse con las interminables filas de nazarenos. Hasta ahí llega el nivelito de los debates ciudadanos. El IVA de las sillas. Y poco más. El resto es monótono. Espadas ha revalidado en las urnas, pero ya se quiere ir del Ayuntamiento. Beltrán se consagra en el partido, pero tendrá que demostrar que puede ser alcalde después de llevarse años y años en la Plaza Nueva. Ciudadanos se hunde, el podemismo ni sube, ni baja. Y VOX va a remolque del líder Abascal, venerado por los suyos como si no tuviera un pasado político al calor de las autonomías que ahora quiere destruir.
La ciudad no tiene protagonismo alguno. Todas las miradas se han dirigido durante el agonizante 2019 al escándalo de los ERE, esa corrupción institucional que el caciquismo socialista ni asume, ni reconoce. Dentro de nada nos pedirán que levantemos sendos monumentos a Chaves y a Griñán. La Sevilla de la derecha cobarde, y de los envalentonados de VOX, guardó silencio durante los años más duros del Régimen, cuando parecía que iban a eternizarse en el poder. ¿Dónde estaban los que ahora claman venganza? Pues haciendo negocio con aquel PSOE que tan bien se llevaba con las fuerzas vivas, como se les llamaba antaño. ¿O es que se creen que somos tontos y que nos dábamos cuenta de ese complot de silencio que en la Italia del sur se conoce como ‘omertá’?
Para colmo, la mirada se dirige a la España que Sánchez va a terminar de disolver en un enjuague de naciones que quieren destruir la nación. Pactar con delincuentes encarcelados es lo que tiene. Pero eso le da igual al doctor del copia y pega. Y le da igual a la España que quiere vivir del cuento y de la subvención, de los ricos que van a pagar más impuestos. De ahí que Sevilla no cuente nada. Ni dentro de la ciudad, ni fuera de ella. El año 2019 se va por la gatera de la nada. Y el 2020 que está a punto de nacer viene con un pan debajo del brazo: el pan duro como el futuro que nos espera. Por eso hay que desear un feliz año, porque nos va costar un trabajito que lo sea…
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