SOL Y SOMBRA
Las tragaderas de Maíllo
No debe extrañar la posición del líder de IU: en 2012, cambió su bagaje ético por un carguito en el gobierno de los ERE
Circula desde mediada la semana pasada un vídeo de Julio Anguita en el que, ya retirado de la política, justificaba su cooperación con Aznar en la fase final del felipismo, cuando éste había degenerado en un festival de zorrerío y mordidas. ¿Les suena? González, atrapado ... por la pinza opositora, se atrincheraba en La Moncloa sin sustraerse de lanzar gruesas imprecaciones: «El PP e IU son la misma mierda»; y el viejo comunista, en una charla en Coín (2011), pedía al auditorio con su tono profesoral de costumbre: «Lo único que os pido es que midáis a los políticos por lo que hacen. Y aunque sea de la extrema derecha, si es un hombre decente y los otros son unos ladrones, votad al de la extrema derecha. Votad al honrado, al ladrón no lo votéis, aunque tenga la hoz y el martillo».
A Antonio Maíllo, su sucesor al frente de la coalición de izquierdas, se le afea hoy la tibieza con la que acepta la corrupción, económica y sobre todo moral, de esa excrecencia del PSOE que hemos dado en llamar sanchismo. Cordobés como Anguita, de Lucena, también comparte con él sus inicios en la docencia en Humanidades y bien que presumió de ello en los debates electorales a tres en la campaña autonómica de 2015: «Qué poca educación se recibe en las organizaciones juveniles de los partidos», espetó a Juanma Moreno y a Susana Díaz con mucha mala baba, aunque con tino, desde la atalaya de su licenciatura universitaria y con la tranquilidad de haber cotizado fuera de la política. Marcó la diferencia ante dos estudiantes tropezadores aferrados desde la adolescencia al sueldo público.
Pues hasta aquí llegan las similitudes entre ambos, escrito quede con pesar por la simpatía que ha despertado algún gesto de integridad que uno ha tenido el gusto de contemplarle a este profe de latín. En 2012, cuando la mangancia de los ERE ya había ensuciado sin remedio al socialismo regional, Maíllo trocó su bagaje ético por una Dirección General en el gobierno de Griñán, agonizante pero capaz de seguir arramblando coimas gracias al pacto de investidura con Diego Valderas. Casi tres lustros después, tras haber perennizado un paso por la política que prometió que sería efímero (ja), el camarada coordinador le presta respiración asistida a Pedro Sánchez.
«Putero o ladrón, queremos a Perón». Decepciona comprobar que ese faro moral que fue la IU de Anguita haya adoptado hoy, en su literalidad, el más vergonzante lema del caudillismo trasatlántico. Y es triste contemplar cómo retuerce las frases Antonio Maíllo tratando de no parecer lo que es: el esclavo que, cirineo por cochino interés, ayuda a puteros y ladrones a cargar con la pesada cruz de la infamia. Camino de los 88 tacos, un referente ético de la izquierda española como José Sacristán retrató la situación con crudeza y precisión: «Vergonzoso, terrible, lamentable. Esto no se soluciona pidiendo perdón». Pero los burócratas que timonean Sumar, ese engendro, prefieren la nómina que cada fin de mes les procura el cargo antes que unas elecciones que pongan fin a esta legislatura anómala y podrida. Lo que va del «habla, pueblo, habla» al «todos callados mientras mandemos nosotros».
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