SOL Y SOMBRA
Calentamiento y calentura
Las altas temperaturas veraniegas y la abundante lluvia del invierno pasado se interpretan en clave ideológica
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Iniciar sesiónPOLARIZACIÓN es un término bastante en boga que, adanistas como somos por el hábito asumido de poco saber y mucho asombrarnos, tomamos como propio de nuestro tiempo cuando, en realidad, define comportamientos tan antiguos como la condición humana. Goya pintó a esos dos españoles reventándose ... a garrotazos casi un siglo antes de que Émile Zola sentase ¡en 1880! las bases del periodismo (o lo que eso sea) que hoy sufrimos en las redes sociales y aledaños: «Hay una forma monárquica y otra republicana de contar el atropello de un perro en la calle». El atrincheramiento de izquierdosos y derechistas, en fin, contaminó en la Italia de posguerra hasta… al Giro ciclista, cuando la mitad democristiana del país animaba a Gino Bartali y el hemisferio comunista torcía por Fausto Coppi.
Hace tela de calor este verano, sí, y nos extrañamos de que en muchas esferas (políticas y periodísticas, principalmente) se realice una interpretación ideológica de la canícula estival igual que el pasado invierno se analizaron los enormes índices pluviométricos con pasión de derbi futbolero. La primera sequía severa que sufrió mi generación, cuando alrededor de 1980 cortaba el agua Emasesa a las dos de la tarde, aún me evoca el recuerdo infantil de ese vecino que, entre la guasa y la genuina nostalgia del régimen anterior, intentaba convencer a mi padre. «¡Con Franco llovía!», bramaba de balcón a balcón antes de que amaneciese.
Que sí, que sí, que hace 'una caló' espantosa… y también pasa que los medios, en sus manotazos de ahogado por capear la crisis del sector, abusan de sustantivos como «récord» o de adjetivos como «histórico» o de la locución preposicional «sin precedentes»; los muertos no deben reducirse nunca a estadística, claro que no, pero la decena de fallecidos a causa de las altas temperaturas ocurridas en España palidece ante la cincuentena larga de ahogados durante la temporada sólo en Andalucía. Es muchísimo más peligroso darse un baño que alquitranar carreteras bajo el sol del mediodía. En 2003, cuando el cambio climático no estaba todavía de moda ni era una pingüe industria, murieron más de 30.000 personas en Europa –casi 15.000 en Francia– debido a las sucesivas olas de calor, según la ONU (otras fuentes suben la cifra a 70.000).
Daniel Ruiz, vecino de página dominical («compañeros de piso», nos llama el gran Emilio Vara) que con permiso de su hermano Luis es uno de los mejores escritores españoles de su generación, publicó justo antes de la pandemia la novela «El calentamiento global», deliciosa sátira que podría haber titulado con toda pertinencia «La calentura general» y que desentraña desde la exageración de la caricatura –o quizá sin exagerar demasiado– las motivaciones reales detrás de tanta política sostenibilidad, tanta normativa de inspiración ecológica y tanto golpe de pecho medioambiental. Lean, lean… El autor es un baqueteado profesional de la comunicación corporativa y minucioso conocedor del panorama empresarial andaluz, a mí que me registren.
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