Tribuna abierta

Causa de nuestra alegría

Ella es Esperanza, la conocen por Macarena y es causa de nuestra alegría como cristianos

José Joaquín Gallardo

Este Año Jubilar de la Esperanza está resultando especialmente convulso en la hermandad de la Macarena, corporación señera con amplísima repercusión social y mediática mucho más allá de nuestra ciudad. A finales de 2024, la Virgen de la Esperanza recibió la Rosa de Oro concedida ... por el papa Francisco, máximo reconocimiento a una imagen mariana por su fuerza devocional. Era el feliz preludio de un año que a la postre ha resultado difícil.

El primer sobresalto fue el cartel de la Semana Santa de la Macarena 2025 diseñado por un afamado y veterano pintor, con unos trazos infantilizados dificultosos de comprender para la mayoría de los sevillanos, que solo pudimos cerrar los ojos ante la supuesta obra de arte. Por caridad, muchos optamos por guardar silencio públicamente ante la obra, conscientes de que la Virgen es el principal monumento sevillano a la belleza mariana.

Esa polémica quedó contrarrestada con el acertado cartel de la Semana Santa de Sevilla 2025 del Consejo de Hermandades y Cofradías, pintado por la joven y reconocida Virginia Saldaña. En él la autora plasmó magistralmente solo el angelical rostro y la impactante mirada de la Esperanza, que lo dicen todo, rubricado con la palabra Sevilla. En los ojos de la Macarena se refleja la esencia más profunda de esta ciudad.

Sin corona, ni ropaje, ni mariquillas. Solo Ella y su mirada, sobre la luz blanquecina que siempre irradia. La pintora lo definió certeramente: «Tenía que ser una mujer sencilla, sin adornos, directa, una madre cercana y acogedora, con una mirada por encima del nombre de Sevilla. Pero sobre todas las cosas tenía que llevar una mirada por mensaje que es sinónimo de ilusión, progreso y vida; que es esperanza».

Eso era precisamente lo que necesitábamos entonces, cuando no intuíamos el desatino que meses después habríamos de padecer los que por Ella nos sentimos macarenos. Fue muy grave que, en una actuación supuestamente rutinaria de conservación, acabasen desfigurando su bellísimo rostro. Desgraciadamente, quedó afectada notablemente esa impactante y amorosa mirada, que sustenta tantas y tantas esperanzas.

La ciudad se conmocionó con el involuntario atentado, que nos heló el alma. Más allá de la polémica, se produjo indignación y profunda pena, que muchos sobrellevamos en silencio sin pronunciarnos en cuanto a las responsabilidades, quizás también por caridad.

Pero las televisiones nacionales utilizaron frívolamente el desaguisado, incluso con bromas peyorativas para la Santísima Virgen y hacia el talante de los sevillanos. Pareciese que nos tuvieran por incultos, necios o idólatras, cuando son ellos quienes ignoran que esta es una ciudad visceralmente mariana desde hace casi ocho siglos, que lleva habitando entre nosotros Ella, por la que reinan todos los reyes.

Así hemos llegado hasta este diciembre, esperanzados por volverla a ver pronto, tal y como la hemos soñado durante tantos días de dolorosa ausencia. Aquí defendimos el 'sine labe concepta' mucho antes de que se proclamase el dogma, que la solemnidad de la Inmaculada es fiesta importante en esta ciudad.

Este Adviento celebramos la fiesta concepcionista esperanzados en el reencuentro con la bendita imagen Macarena. Buscar su mirada será la feliz recompensa a estos meses de desasosiego. Sentiremos más expectación que nunca en su festividad el día 18, cuando se cumpla exactamente un siglo desde el primer besamanos de la Esperanza en la parroquia de San Gil, innovador acto piadoso que fue pionero para las demás dolorosas sevillanas.

Precisamente porque llevó en su vientre a Jesús, la Virgen es la causa de nuestra inmensa alegría cuando se acerca nuevamente la Navidad. Este Adviento es más intenso por la vuelta al culto de la Macarena, causa última de alegría de muchos sevillanos.

Nos espera su bellísima y profunda mirada, donde veremos a su hijo Jesucristo sentenciado y a todos los que ya se fueron, que viven eternamente en Dios y en las pupilas de la Virgen. Ella es Esperanza, la conocen por Macarena y es causa de nuestra alegría como cristianos.

SOBRE EL AUTOR
José Joaquín Gallardo

Es abogado

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