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La ignorancia elegida
La elección de la ignorancia es un camino que empieza a tomarse en la adolescencia y que sólo conduce a arrojar al mundo individuos necios y misántropos civiles
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Iniciar sesiónCUANDO me instaron a pensar cuál es el muro que desearía derribar a través de mis colaboraciones en ABC, no tuve la más mínima duda: el muro de la ignorancia elegida. ¿Pero acaso se puede elegir ser ignorante? En el Primer Mundo europeo, por supuesto, ... pues hablamos de sociedades ricas con educación, sanidad y pensiones universales, con acceso libre a prensa, bibliotecas y recursos digitales, y con la libertad suficiente y necesaria como para contrastar opiniones, argumentos e informaciones. Por lo tanto, si un europeo se declara terraplanista, anticiencia o conspiranoico, no sólo está eligiendo la ignorancia, sino levantando de forma deliberada un muro contra el conocimiento, con los adobes de sus prejuicios, creencias o ideologías.
Una cosa es rechazar los programas de vacunas obligatorias siguiendo los principios formulados por Thomas Szasz en 'Contra el Estado Terapéutico' (1989) y otra muy distinta negar la eficacia clínica de las vacunas contra la polio, el sarampión, la tuberculosis o la viruela, enfermedades que hasta hace medio siglo diezmaban a la población infantil. Me parece oportuno partir de la figura de las vacunas, porque el nuevo libro del filósofo José Antonio Marina —'La vacuna contra la insensatez' (Ariel)— recurre a ellas para señalar los «virus mentales» de nuestros días: la manipulación, la credulidad y la desinformación.
Sostiene Marina que nuestro sistema inmunológico de identificación de manipulaciones se encuentra deprimido, por lo que somos más vulnerables que nunca. Teniendo en cuenta que el conocimiento es lo que fortalece o debería fortalecer el sistema inmunológico, es obvio que su depresión es consecuencia de la postración de nuestro sistema educativo, de nuestros déficits de comprensión lectora, de nuestra precaria inversión en ciencia y del empeño de nuestros partidos políticos por volar todos los puentes que podrían permitir diálogos, discusiones y acercamientos que mejoren la convivencia en discrepancia. Unos partidos políticos, por cierto, que toleran y consienten que sus líderes y militantes fusilen tesis, falsifiquen títulos y trampeen sus currículos académicos.
Me parece razonable que un usuario de la IA se interese por el resumen de un libro para decidir si lo va a leer o no, pero encuentro inaceptable que un estudiante apele a la IA para que le resuma la bibliografía que debería estudiar. En el primer caso palpitan la curiosidad intelectual y el interés por la lectura, pero en el segundo sólo veo ignorancia elegida y afán de postureo. Recurro a estos ejemplos para dejar claro que la elección de la ignorancia es un camino que empieza a tomarse en la adolescencia y que sólo conduce a arrojar al mundo individuos necios y misántropos civiles. Lo que en la antigua Grecia venía a ser un «idiota». Es decir, un individuo indiferente a los asuntos públicos.
En el Tercer Mundo la ignorancia es una fatalidad; pero en España es una elección individual que ha levantado un muro execrable. Escribo para derribarlo.
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