La ola reaccionaria

Allá por 2018, cuando se consumó el pacto entre el PP, Ciudadanos y Vox, cerraron los colegios públicos. En Andalucía ahora sólo estudian los hijos de los pudientes. Resultaba estúpido que con la de trabajo que hay por hacer faltara mano de obra. Ahora ya nunca tienes que esperar a ser atendido en una terraza y las labores de albañilería corren que se las pelan.

Desde que Juanma Moreno consiguió mayoría absoluta, todo el litoral andaluz está asfaltado. Aquellos enormes arenales eran un fastidio que no permitían el establecimiento de nuevos hoteles, apartamentos turísticos y restoranes. Ahora, cuando tomas el sol antes de darte un baño en el mar no te pringas. Y hay gente que se ha hecho muy rica. Eso es bien.

Otrosí. Cuando Jesús Aguirre dejó la Consejería de Salud y se instaló en el Parlamento, Juanma Moreno y sus secuaces aprovecharon para cerrar los centros de salud, que hoy también son hoteles. Es verdad que en Andalucía muere más gente. Pero generalmente es la pobre. Si alguien la echa de menos no nos enteramos, porque no lo dan en el Canal Sur y los medios de comunicación privados también son de la cuerda.

Esa ola reaccionaria que recorre Europa de la que alerta Pedro Sánchez. Ese trumpismo del que advierte se nos viene encima si no le votamos. Esa merma de derechos si somos tan imbéciles de apoyar a derechas extremas o extremas derechas. Qué quiere que le diga, nosotros ya lo conocemos. Y por eso el pasado domingo el PP ganó de calle las elecciones en Andalucía, llegando a obtener representación en plazas en las que nunca, partido proscrito, la había tenido. La ola fue tsunami. Pero mira, aquí seguimos.