Andalucía, de cine
El Gobierno pasó de la Expo de Málaga
Sí ha existido gobierno en funciones para llamar terrorista medioambiental a Juanma Moreno pero nunca ha comparecido para pegarse el curro internacional que la muestra requería
SI el Gobierno central es capaz de bombardear los campos de fresa de Huelva, cómo le íbamos a pedir que se tomara en serio un intangible como la Expo de Málaga. En una dinámica general de continuos ataques a todo lo que surge de Andalucía, ... esa tierra traidora y abyecta que tanto se equivoca últimamente cuando vota, esperar un apoyo del gabinete de Pedro Sánchez al proyecto de un alcalde pepero que una vez más ha barrido en las urnas era soñar con un imposible. Y así la Expo se va a Belgrado.
De la tremenda decepción que ha sufrido la capital malagueña se le han echado las culpas a «movimientos geopolíticos». A la compra de votos, al apoyo de los países no alineados y hasta a los chinos, tan presentes en la apuesta serbia que hasta salían en su video de presentación. Seguro. Pero lo que el florentino lenguaje diplomático de la derrota no esconde es el monumental cabreo con la inacción de un Ejecutivo que en ningún momento ha querido entender que la propuesta no era malagueña ni andaluza. Era la de España.
Para empezar, el Gobierno entró tarde y mal en su apoyo a la Expo. Francisco de la Torre había comenzado a pergeñar el proyecto a finales de 2019 y no fue hasta septiembre de 2021 cuando Sánchez, al fin, contestó a sus requerimientos para hacer suya la apuesta. Tan suya que se intentó canibalizar para promocionar a Juan Espadas y Daniel Pérez, entonces candidatos.
Pero luego se votó. En 2022 se estrelló el candidato andaluz y hace un mes el malagueño. Y hasta ahí. Sí ha existido gobierno en funciones para llamar terrorista medioambiental a Juanma Moreno pero nunca ha comparecido para pegarse el curro internacional que la muestra requería. Serbia sí lo ha hecho, y así en la mañana del miércoles, mucho antes de las votaciones, la delegación malacitana ya se olía lo que iba a suceder. Los paseos parisinos del ministro Albares y su buen acento francés, completo, sirvieron de poco al anhelo de una Expo que iba a versar sobre sostenibilidad. Ja. Cómo pensar en un desarrollo sensato cuando quienes te gobiernan son quienes tiran las bombas contra una parte de su propio país.
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