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PÁSALO

Alicia en el país de las pesadillas

España reventó de ira en Valencia ante tan despreciable y penal negligencia

Félix Machuca

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Al otro lado del espejo de la normalidad estaba un mundo de barro, chatarras, muertos, hambre y devastación. Un infierno. Un paisaje para después de una guerra brutal. Donde sobrevivían a la tragedia niños, hombres, mujeres y ancianos aislados, encerrados entre barrotes de olvido, condenados ... por la negligencia delictiva de unos jugadores de naipes que se vestían de políticos. La soledad, esa enfermedad cargada de futuro inmediato, se cebó con los damnificados por la gota fría que le heló el corazón a Valencia y se lo rompió a España entera. Los náufragos pedían socorro. Pero los días pasaban y nadie de los que estaban obligados a hacerlo, se atrevía a pasar el espejo de la normalidad. Y seguían con su calculado juego de cartas para desplumar políticamente al adversario. Los valencianos se ahogaban en fango, olvido y devastación. Pero los de las corbatas de seda y la colonia cara entendían que lo más urgente era echarle la culpa al otro. Les sudaba las ingles verlos sin agua, sin luz, sin medicinas, sin seguridad ante la banda de buitres que carroñeaban entre casas devastadas con las puertas abiertas. Nunca he visto un ejemplo de inutilidad más extraordinario. Sobresaliente.

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