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vivimos como suizos

El 'rooftop' del cordero

Tampoco algunos extranjeros no musulmanes están hechos a las costumbres del pueblo español

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Rosa Belmonte

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La única vez que he ido a la reunión de una comunidad de propietarios fue suficiente para no repetir. Es como ir a Ikea o al Circo del Sol. Una y no más. Lo de la reunión fue hace como veinte años en mi casa ... vieja de Murcia, un edificio con tres portales. Había una azotea a la que se tenía acceso por una de las escaleras, pero a la que solo se accedía para instalar o arreglar las antenas de televisión y cosas así. No era para uso de los vecinos, que, además, durante mucho tiempo fueron inquilinos, hasta que los hermanos propietarios vendieron los pisos. Vuelvo a esa reunión del demonio. Después de llamarse perros judíos unos a otros por minucias varias, se pasó a la cuestión árabe. Unos inquilinos musulmanes habían asado un cordero en la terraza. Habían celebrado la fiesta del Cordero con todo su papo. Los que antes se habían llamado perros judíos estaban de acuerdo. Que, vaya, a ninguno de ellos se le ocurría matar un marrano en la azotea. No había defensa de ninguna identidad nacional, sino una defensa de lo que se podían o no hacer en la terraza. Lo peor del asunto de Jumilla es la coletilla de la enmienda para vetar celebraciones musulmanas en instalaciones públicas. La paletada de defender «las costumbres del pueblo español frente a las prácticas culturales foráneas».

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