Cazando ratas

Ahora también son otros tiempos. No es sólo que la chaqueta de pana haya pasado y las zapatillas hayan tomado su lugar en los mítines de fin de semana (hasta Feijóo va con sus pijas Premiatta). Es que se va al Congreso con ese calzado incluso no siendo de ultraizquierda y ultradesatavío. O de atavío con kufiya. Ya saben que Óscar Puente se presentó a dar mandobles a Feijóo en su fallida investidura con zapatillas blancas. Al menos no eran blancas las del nuevo ministro de Economía el otro día. Pero zapatos tampoco. Hombre, si no te los pones para tomar posesión en el palacio de la Zarzuela frente al Rey, ¿cuándo te vas a poner zapatos? Y a Carlos Cuerpo se le ve joven y saludable. Contaba Mercedes Fórmica en sus memorias que el marqués de Huétor, jefe de la Casa Civil de Franco, «padecía de los pies». Dice que llevaba zapatillas la primera vez que fue al Pardo, acompañando a la viuda del general Haya. «Nos recibió vestido correctamente de uniforme calzado de unas zapatillas negras perfectamente camufladas». Cómo me habría gustado ver ese camuflaje. Pobre Huétor, con lo bien que le habría ido hoy, cuando las zapatillas dominan el mundo. Luego te llaman carcamal por criticarlo. Que creemos estar en tiempos de Jorge V. El padre del duque de Windsor solo hablaba con él de ropa. Era la única conversación en la que hablaban el mismo idioma y en la que se podían soportar. Ni siquiera está muy claro si el nudo Windsor fue cosa de quien fue poco tiempo Eduardo VIII o de su padre. Jorge V era un fanático de las reglas de vestir, de los códigos. Una vez en Ascot, vio al duque de Devonshire y no le pareció que fuera correctamente vestido. Le preguntó si venía de cazar ratas.

Sí, es ridículo que escriba sobre si llevar zapatillas está bien o no, llevándolas yo casi todo el tiempo. De pequeña, cuando sólo tenía dos pares o así, mi tía Justa me decía que con ese calzado se me iban a ensanchar los pies. Bah, se me ha ensanchado todo.