TIEMPO RECOBRADO

El elefante en la habitación

La cuestión es que no hay otro motivo para la amnistía que no sea el interés de Sánchez de mantenerse en el poder

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Acabar con la discrepancia (15/9/2023)

Es un elefante en la habitación. Está, pero nadie lo quiere mencionar. El elefante es la amnistía, una palabra que Pedro Sánchez y los dirigentes del PSOE evitan pronunciar y que les resulta incómoda. No han olvidado que la ley de 1977 fue el ... producto de un pacto entre la derecha y la izquierda y que fue refrendada en el Congreso por una amplia mayoría. El presidente del Gobierno no sólo ha eludido el término maldito, sino que además ha evitado expresar su posición hasta anteayer. Rompió su silencio en Nueva York cuando afirmó que el procés provocó «una crisis política que nunca debió derivar en una acción judicial». Una frase que se ha interpretado como su disposición a plegarse a las exigencias del independentismo.

Lo de menos es que el presidente hubiera manifestado en 2017 que lo sucedido en Cataluña era una rebelión, que trabajaría para que Puigdemont fuera juzgado, que la amnistía es inconstitucional y que volvería a tipificar el referéndum ilegal. Lo que suscita la vergüenza de Sánchez es que la verdadera justificación de la medida es su necesidad de los siete escaños de Junts.

Todas las batallas políticas se ganan en el terreno del lenguaje. Eso ya lo sabían tiranos como Hitler y Stalin, pero ahora es más verdad que nunca. No importan tanto las razones como el relato. Lo que estamos viendo es la absoluta incapacidad de los dirigentes del PSOE de articular un discurso coherente en torno a la amnistía.

Lo que hemos escuchado son descalificaciones e insultos a quienes cuestionan la hipotética amnistía con argumentos tan poco sólidos como su edad o su ideología. Han recurrido también al tópico de la reconciliación, ignorando que Junqueras y Puigdemont han dejado constancia de que jamás renunciaran a la consulta y la unilateralidad.

La posición de Sánchez y los suyos nos recuerda a los sofistas griegos, que podían defender una cosa y la contraria. Zenón de Elea llegó a demostrar que una liebre jamás podría alcanzar a una tortuga sin importarle lo más mínimo que su afirmación ofendiera al sentido común.

La cuestión es que no hay otro motivo para plantear la necesidad de la amnistía que no sea el interés personal de Sánchez de mantenerse en el poder. La ley tiene que adaptarse a las necesidades del que manda, tal y como han procedido los caudillos de los regímenes autoritarios. Esto lo analizó con lucidez Hannah Arendt en su clásico 'Los orígenes del totalitarismo', publicado en 1951.

No digo que Sánchez sea un gobernante totalitario pero sí que está dispuesto a aprobar sin consenso una amnistía que sólo obedece a su afán de supervivencia, en contra de la mitad de la Cámara, consagrando la impunidad de quienes delinquieron y forzando la legalidad. Por mucho que mire hacia otro lado, el elefante seguirá estando en la habitación.

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