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casa de fieras

Moderadamente idiota

Hemos sustituido la convicción por el adverbio

Antes pan, ahora clonazepam

Una mañana en Bailén

Alfonso J. Ussía

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En España ya nadie es algo. Todo el mundo es muy algo. El español medio, que antes presumía de sentido común, guasa y cintura, hoy necesita un adverbio para respirar. No se conforma con ser demócrata. Ahora uno es «radicalmente» demócrata o demócrata «radicalmente». ... No se limita a discrepar. Discrepa «profundamente». Y cuando pide perdón, lo pide «sinceramente», que es la forma más hipócrita de no pedirlo del todo. Vivimos en la era del adverbio militante. Los hay de todos los colores, con carnet y sin él. Los «ultra», naturalmente, son los más sinceros. Ya ni disimulan. Van por la vida con su prefijo por bandera, como si «ultra» fuera un título nobiliario o la garantía de que quien lo dice no lo es. El otro día leía el siguiente titular en un digital sincronizado: «Tres jueces distintos descartaron hasta tres querellas ultras contra… (adivinen)». Uno no termina de saber si «ultra» era la querella, el juez, el medio de comunicación o el descarte.

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