TIRO AL AIRE

Feminismo transpartidista

Sanna Marin y Díaz Ayuso podrían tomar una caña en la histórica Casa Labra, la taberna donde nació el PSOE, y compartir historias de persecuciones y espionajes

Llega septiembre y las noticias se precipitan en cascada. 'Bye bye' Gorbachov, hay un barco quebrado en nuestra orilla y previsión de cara a cara Sánchez-Feijóo. Históricos que se marchan, desastres no naturales y refriega parlamentaria, realmente nada atípico. Las novedades rupturistas son otras. ... Una: Isabel Díaz Ayuso apoyó ayer públicamente la decisión de las adolescentes de abortar. Dos: un grupo de feministas clásicas se va a reunir con el PP a instancias de la ley Trans que promueve Unidas Podemos y bendice una parte del PSOE.

La escisión feminista no ha sido todavía ni valorada por el partido de Sánchez. El acercamiento a la oposición ni se lo creen. Los socialistas confían en que el enfado de las feministas es un berrinche pasajero, como le ha pasado a Esther Doña con Pedraz. El amor no es ni eterno ni incondicional, hay que cultivarlo. Un paseo por Twitter, foros y publicaciones feministas pondrían al PSOE frente a un buen puñado de carnets rotos. Los de las feministas clásicas que denuncian que el partido se ha plegado a Irene Montero y piden ayuda al PP ante la ley que nos borra. Podemos, como partido del sentimiento, se ha abrazado a lo Queer, que entiende más de farmacéuticas que de algunas ciencias. El conglomerado va camino de lograr que el feminismo se lleve mejor con la derecha que con la izquierda. Ayuso acaba de echar un capote al tema.

La pelea por el voto suele apoderarse de términos y colectivos. Manejar algunos casi en exclusiva y no saber defenderlos, como le ha pasado al PSOE, es difícil de explicar. La situación le da al PP una oportunidad de oro para demostrar que también es un partido feminista. En cualquier caso, la hormonación y esterilización en la infancia y la adolescencia no es un problema sólo de mujeres, sino de las familias, como tantos temas por los que se preocupa el feminismo.

Reino Unido –con el cierre de una clínica de referencia– y Finlandia están replanteándose la gestión médica del transgenerismo. Montero se ha querido comparar con Sanna Marin, primera ministra finlandesa, por lo de mujer con poder hipervigilada. Superado su propio victimismo, sería mejor que le preguntara qué han aprendido en Helsinki sobre disforia de género en la infancia para no caer en los mismos errores. Por si no lo hace, invitemos a Marin a Madrid. Pensando en otras mujeres con poder hipervigiladas, la veo más con Isabel Díaz Ayuso. Podrían tomar una caña en la histórica Casa Labra, la taberna donde nació el PSOE, y compartir historias de persecuciones y espionajes. Les incluiría el feminismo, el aborto y lo trans en el orden del día. Así se hacen las verdaderas Transiciones, juntando a políticos y colectivos con distintos catecismos para compartir aciertos y errores, pero sobre todo, puntos comunes para mejorar la sociedad. Lo demás, las noticias de siempre.

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