tiro al aire
Eufemismos Sánchez
Ignorar la realidad también es una amenaza. Un peligro más. Nos resta capacidad de acción y reacción
Gente sin paraguas
Cómo no hacer España grande otra vez
A Pedro Sánchez no le gusta el término rearme. No ha dicho que le moleste el concepto, sino la palabra. El vocablo. El envoltorio. Como esa gente que no quiere ver manzanas feas en el supermercado. No es que no les guste la manzana, ... su sabor o su textura, lo que no les gusta es cómo se ven por fuera. Su estética. Por eso el Gobierno, el mismo de Sánchez, quiere aprobar una ley para que no se desperdicie la comida que se ve fea. Supongo que no se puede sacar una norma para que no rechacemos lo que no le gusta al presidente.
Los gustos de sus dirigentes son determinantes para los países. Menos mal que Sánchez no ha dicho que no le gusta la palabra defensa (estamos salvados). Él lo único que ha dicho –lo ha hecho ante las cámaras, sin ningún tipo de vergüenza ni complejo– es que hay que hablarnos «de otra manera». No se dice culo, se dice pompis. A Sánchez le gusta más –no me salgo de sus palabras– usar expresiones como «salto tecnológico». Todo muy eufemístico. Como si fuéramos tontitos. Cortitos. Lelos. El pompis. El crecimiento negativo. Los daños colaterales. Cosas que teníamos superadas.
En un esfuerzo por entender al presidente, sus filias y sus fobias con las palabras, he hecho análisis propio. A mí el vocablo trabajar no me gusta nada. Me gusta más cobrar, ingresar. Lo que pasa es que a ver cómo se lo digo a mi jefe. Sánchez, como es el que manda, sí puede permitirse elegir palabras. A ver si hay algún valiente por ahí que se atreva a explicárselo: si quiere defensa, necesita rearme. La gallina. El huevo. El reparto. Pero cuando uno alimenta 22 ministerios –menos mal que esta cifra se nos olvida todo el rato–, debe dar vértigo redistribuir las cestas.
Ahora bien, no es todo cuestión de estética o de pasta. Hay también una parte de bondad. De ética. Con lo buenos que somos nosotros. Si no le hacemos mal a nadie. Este es un Gobierno de seres de luz que no ha levantado un muro contra nadie en la vida –no seré yo quien lo ponga en duda–. ¿Rearmarnos? ¿Para defendernos de qué? Pues, no sé, de la gente mala que anda por ahí. Lo confieso, la expresión 'gente mala' tampoco me gusta. Pero eso no hace que ésta desaparezca. Ahí está Putin, que ha invadido un país saltándose leyes, acuerdos y palabras bonitas.
Sí, tanta ingenuidad debería preocuparnos. O al menos, ocuparnos. No hay que descuidarse con quienes creen que lo que no se menciona no existe. Ignorar la realidad también es una amenaza. Un peligro más. Nos resta capacidad de acción y reacción. Los conflictos no desaparecen porque no los nombremos. Menos aún porque nos creamos mejores. Ya lo avisaba Bruce Lee: «Esperar que la vida te trate bien porque eres buena persona es como esperar que el tigre no te ataque porque eres vegetariano». O porque a un dirigente no le guste la palabra rearme.
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