pincho de tortilla y caña
La opción menos mala
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEs muy posible que los sociólogos expertos digan que mi teoría es una pamplina, pero no por eso dejo de aferrarme a ella para tratar de entender la capacidad de resistencia de un hombre –hablo de Sánchez, naturalmente– que parece haber convertido su permanencia en ... el poder en el único punto de su programa político. Mi teoría, explicada sin muchos matices, es que sigue teniendo el apoyo que tiene, que no es poco según demuestran los resultados de las elecciones europeas, porque no acaba de configurarse una mayoría social que perciba la existencia de una alternativa menos mala.
En el 82 ganó el PSOE de calle porque UCD había explosionado y Suárez, Fernández Ordoñez, Oscar Alzaga, Herrero de Miñón y otros jefes de tribus menores volaron como cascotes hacia partidos con mejores perspectivas de futuro. En el 96, a pesar del hedor a corrupción que emanaba del felipismo, el PP ganó por los pelos porque a la derecha todavía se le concedía el beneficio de la duda en materia de regeneración política. En el 2004 ganó Zapatero porque contrapuso su famoso talante a la antipatía de Aznar, fotografiado con los pies encima de la mesa al lado del señor de la guerra y sorprendido por un golpe terrorista que ni vio venir ni supo encarar ante la opinión pública. En el 2011 ganó Rajoy porque al PSOE le devoró una crisis financiera cuya existencia siempre se negó a reconocer y en la memoria de los españoles aún perduraba el recuerdo de la buena gestión económica de la derecha. En 2019 ganó Sánchez porque ya ocupaba el poder tras la moción de censura del año anterior y al PP, que estaba amorcillado por la abulia de su líder, le apuntillaron las escisiones de Ciudadanos y Vox.
En todas esas ocasiones ganó la opción que la sociedad percibía como menos mala, ¿pero qué motivo tiene ahora la mayoría social para activar el botón de la alternancia? Siempre he creído que la respuesta a esa pregunta era la preservación de la idea de España. Mi apuesta era que a Sánchez se lo llevaría por delante el contubernio con los partidos secesionistas, pero debo reconocer que ahora ya no estoy tan seguro. Primero, porque el sanchismo ha sido capaz de desdibujar la conciencia nacional de la izquierda socialdemócrata. Segundo, porque ha sabido crear el espejismo de que su política en Cataluña debilita a los partidarios de la independencia. Y tercero, porque ha logrado vender la imagen de que la derecha es un monstruo extremista de tres cabezas. Mientras el PP no logre desbaratar esa percepción (y creo que no lo logrará fácilmente mientras base su estrategia en el discurso exclusivo del acoso y derribo al presidente del Gobierno), muchos electores seguirán preguntándose al ir a votar qué opción es la menos mala. Las elecciones del domingo no despejan las dudas. El PP ha ganado menos votos de los que ha enterrado el PSOE en el magma de la abstención, pero sólo un iluso le negaría a Sánchez la capacidad de revertir la desmovilización de los suyos en unas elecciones generales. Pincho de tortilla y caña a que ya ha empezado a pensar en cómo conseguirlo.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete