Jumilla como lección y paradoja
Qué bueno sería que nuestros amigos musulmanes españoles o que viven entre nosotros reivindiquen la libertad allí que para ellos defendemos aquí
Luis Argüello
Presidente de la Conferencia Episcopal
La propuesta en Jumilla de una moción sobre «la defensa de los usos y costumbres del pueblo español frente a las prácticas culturales foráneas como la Fiesta del Cordero» y «la modificación del Reglamento de uso y funcionamiento de instalaciones deportivas municipales» ha dado pie ... a un torrente de reacciones. La Conferencia Episcopal (CEE) se ha unido a la postura de la Comisión islámica española que critica la moción aprobada en Jumilla fundando su rechazo en la Constitución española y la Declaración Universal de los Derechos Humanos que reconocen la libertad religiosa y de culto, tanto en público como en privado.
Este acuerdo en textos básicos para nuestra convivencia quiere expresar además una convicción más profunda, aunque suena a políticamente incorrecta, en los «derechos de Dios», también confesados en la plaza pública. Para la pretensión cristiana, los derechos de Dios que encarnó en Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, son inseparables, de ahí la radical afirmación de la sagrada dignidad humana, no por concesión de los estados o las leyes, sino como dato previo y pre-político. La comunidad política y sus leyes reconocen esa dignidad y sus expresiones en la libertad de conciencia, de pensamiento, de asociación y de culto, además de otros aspectos para asegurar una convivencia guiada por el principio del bien común. Desde estos dos puntos de referencia, dignidad de la persona y bien común, quiero ensanchar la mirada sobre lo que acontece estos días para aproximarme así a una perspectiva católica, es decir universal e integradora, de las diversas dimensiones y grupos sociales en juego.
En el actual contexto polarizado y polarizador, desde que los sentimientos han sido elevados a categoría jurídica, utilizar el odio como argumento de ida y vuelta que ahonda las trincheras es habitual, pero asimétrico. Depende del lado de la línea, unas expresiones son de odio, religioso, racial, sexual, etc. o son legítimas expresiones de la libertad. Se puede jugar o burlar con imágenes o símbolos de un grupo por libertad artística o de expresión y si alguien se queja, «tiene la piel muy fina» o es «intolerante».
La defensa de nuestras «tradiciones», «valores cristianos», «usos y costumbres del pueblo español» ¿qué significan hoy? La fe es Palabra acogida y Tradición abrazada y transmitida por el Pueblo de Dios. Del Evangelio surgen valores, usos y costumbres que encarnan una propuesta moral y una ética de la vida buena. Pero cuando la fe no se cultiva y solo se hacen lecturas ideológicas de los valores, la defensa de usos y tradiciones puede quedar reducida a mero folclore o a instrumento inadecuado de la legítima lucha por el poder. Por eso es decisivo que los defensores de valores y tradiciones vuelvan a las fuentes y miren al que en la Cruz dio la vida por todos, oren al Creador y Padre que ensancha permanentemente el «nosotros» de nuestra existencia en un «ordo amoris» en el que la propia sangre, la propia nación y la familia humana conviven sin anularse ni fusionarse.
Los defensores a ultranza del relativismo moral, como caldo de cultivo indispensable para la democracia, se encuentran hoy con la necesaria búsqueda de «regeneración» de la democracia. El rechazo de las tradiciones religiosas o su intento de reducción a las sacristías –qué paradoja que en esto el progresismo cultural y la moción de Jumilla coinciden– supone renunciar a fuentes que generan «pueblo», «demos», sin el cual las democracias del elogio del individuo autónomo y desvinculado se encuentran cada vez más en el callejón sin otra salida que la manipulación de conciencia o el «panem et circenses». También es necesario descubrir la auctoritas que evite que la legítima potestas democrática no se reduzca a un poder que se legitima a sí mismo en el positivismo jurídico.
El bien común en el mundo global pide exigir reciprocidad a los Estados de confesión islámica que persiguen o ponen trabas a los cristianos. Hoy los cristianos de las diversas Iglesias son los creyentes más perseguidos del mundo. Qué bueno sería que nuestros amigos musulmanes españoles o que viven entre nosotros reivindiquen la libertad allí que para ellos defendemos aquí.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete