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SALA DE MÁQUINAS

El hijo del ganadero

Heredó un legado y unos deberes y en lugar de mecerse en la gloria trabajó sin descanso, amó lo que sus manos tocaban, cambió los encastes, profesionalizó el campo y se hizo sabio en lo suyo

Julián Quirós

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Este Victorino que en los ochenta era el hijo del ganadero, al contrario que aquella desdichada copla de sangre que oíamos entre los corrales, tuvo un padre afectuoso e inteligente, por lo que el hijo vio el mundo a través de sus ojos y siguió ... sus pasos y Victorino II hace años que es 'El Ganadero', el primer ganadero de España. Tan grande como su padre. Heredó un legado y unos deberes y en lugar de mecerse en la gloria, vio acercarse los riesgos, trabajó sin descanso, amó lo que sus manos tocaban, cambió los encastes, profesionalizó el campo y se hizo sabio en lo suyo. Si el padre era intuición y genialidad, el hijo representa la autoridad, el conocimiento y una obra sólida, unas credenciales que nadie le discute. Frente a tanto fantoche suelto, todavía queda gente a la que no le importa calificarse de sencilla y normal, sin amaneramiento ni falsa humildad. Hubo una época en la que España paría hombres y mujeres como Victorino a cientos. Y éramos mejores. ABC, el periódico de los toros, tenía que decirlo.

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