EL ÁNGULO OSCURO

Cumplir la Constitución

El bodrio constitucional es un texto que dice una cosa y la contraria según la voluntad del poder

Charos de mis entretelas

Denuncias falsas

Me ha resultado conmovedor que el partido de Estado y la sempiterna oposición se hayan cruzado reproches en la celebración del bodrio constitucional, acusándose mutuamente de infringirlo o incumplirlo. ¡Pero si unos y otros han probado ser cumplidores acérrimos y constantes! El partido de Estado, ... por ejemplo, ha impulsado leyes de aborto y eutanasia plenamente constitucionales, ha aprobado una amnistía plenamente constitucional y ha prorrogado los Presupuestos Generales del Estado, algo que el bodrio constitucional permite (y las leyes que lo desarrollan amparan). Además, ha pretendido reformas en el poder judicial que no ha podido completar porque no ha reunido la mayoría suficiente; pero si la hubiese reunido tales reformas habrían sido igualmente plenamente constitucionales.

En cuanto a la sempiterna oposición, ha tratado de bloquear el llamado Consejo General del Poder Judicial y el llamado Tribunal Constitucional, instituciones ambas propias de una república o monarquía bananera que permiten el control político de leyes y tribunales; pero a la postre se ha rilado, alcanzando cambalaches con el partido de Estado. Todo, en fin, irreprochablemente constitucional y respetuoso tanto de la letra anfibológica como del espíritu nihilista del bodrio, que permite a quien detenta el poder hacer una cosa y la contraria; y que promueve la aniquilación de la comunidad política con tal de que subsista el Régimen del 78.

Y no se trata, como pretenden los chorlitos del constitucionalismo, de una interpretación espuria y sobrevenida, sino de la interpretación querida por sus padrecitos, que en reiteradas ocasiones lo han manifestado sin ambages. Lo manifestó socarronamente el padrecito Peces-Barba, mientras se discutía en el Parlamento la redacción del artículo 15 que primeramente ampararía la despenalización del aborto y con posterioridad su conversión en un sacrosanto derecho, con aquel comentario de insuperable cinismo, apuntando que la redacción del artículo será indiferente, pues su interpretación correría a cargo de quien detentase el poder. Y lo volvería a manifestar el padrecito Herrero de Miñón, cuando afirmó que mucho más eficaz que una reforma del bodrio constitucional sería su «mutación» explicando que tal mutación «permitiría conservar los textos constitucionales pero adaptar su interpretación a los tiempos actuales, mediante un acuerdo alcanzado entre los partidos que luego se desarrollaría normativamente». Ambas manifestaciones prueban que el bodrio constitucional es un texto que dice una cosa y la contraria según la voluntad del poder, porque todo él es un flatus vocis sin otro fin que perpetuar el Régimen del 78, a costa de destruir la comunidad política, que admitiendo en su seno las leyes más aberrantes y las ideas más disolventes se convierte en una sórdida disociedad, mientras los sucesivos gobiernos actúan como juntas de ladrones o cleptocracias en metástasis.

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