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La penúltima mentira
La cuestión es si una de las 'naciones estado' más antiguas de Europa puede resistir cuatro años más de sanchismo
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La última mentira, por ahora, de Pedro Sánchez es pedir generosidad no sólo para quienes dieron el golpe de Estado en 2017 sino para cuantos venían planeándolo desde hacía años. Y no sólo para quienes fueron juzgados y condenados por ello sino también para ... los que escaparon como liebres.
Generoso es quien da algo sin pedir nada a cambio, lo que no es el caso, ya que los golpistas no han pedido perdón sino que incluso amenazan con volverlo a hacer, lo que debería ser un agravante de tal delito. Por si fuera poco, ni siquiera han sido juzgados y condenados por ello, lo que contradice toda norma jurídica. Para colmo, olvidan que los principales beneficiados del trampantojo son los máximos artífices del mismo: Puigdemont, que volvería a España limpio de toda culpa, listo para reanudar su carrera política, y Sánchez para continuar en La Moncloa.
Teniendo además la desfachatez de decir que «respeta la letra y el espíritu de la Constitución». Nada de extraño que encuentre el rechazo de la mayoría de los españoles, incluidos algunos prohombres del PSOE, mientras el resto inclinan la cabeza. Tampoco extraña que sus leguleyos lleven semanas buscando su encaje legal y él esquivando la palabra maldita, amnistía, aunque ha tenido que pronunciarla cuando su negociadora con los amotinados la ha admitido. Su principal argumento es que ya hubo una amnistía como cimiento de la Transición para los delitos cometidos antes, durante y después de la Guerra Civil. Lo que olvida es que entonces se trataba de pasar de la dictadura a la democracia y ahora se trata de que siga gobernando quien ha pactado con los herederos de ETA y con quienes no se sienten españoles. Ya ocurrió en la I República, con dramáticas consecuencias. Su argumento es que no hubo rechazo al indulto a los golpistas y no debe haberlo ahora. Mezclando otra vez cosas distintas.
Aunque me doy cuenta de que ha habido otra falacia posterior de nuestro dueño y señor: haber considerado un éxito la Cumbre Europea en Granada. No niego que la belleza de la que fue última capital de la España musulmana haya cautivado al medio centenar de jefes de Estado y Gobierno. Sin duda fue también una promoción turística. Pero esa cumbre no estaba diseñada para eso. Los dos temas a tratar eran la ampliación de la UE y la inmigración desatada hacia ella. Y en ninguno de los dos hubo acuerdo ni avance. Polonia y Hungría se plantaron ante los deseos del resto de admitir nuevos miembros hacia el Este y, sobre todo, imponer una normativa más democrática en ellos. Dejando claro que la separación de poderes no la aceptan e incluso no la practican. Lo de la ampliación se pospone ‘sine die’. Desde luego en 2030, como se esperaba, no va a llegar y en 2035, menos. Aunque a nosotros lo que nos interesa saber es si una de las ‘naciones estado’ más antiguas de Europa puede resistir cuatro años más de sanchismo.