La suerte contraria

No es suficiente

El PP ha ganado, pero corre el riesgo de quedarse a vivir en un espejismo. Su discurso no le sirve para crecer por el centro, pero tampoco por la derecha

Normas no escritas

Carvajal, Nacho, Valverde

Si tras amnistiar a unos golpistas, eliminar el delito de sedición, rebajar el de malversación, enfrentarse a varias posibles tramas de corrupción –algunas de las cuales involucran a su propia esposa–, hacer el ridículo en mítines por media España, entrar en una deriva iliberal, populista ... y peronista, atacar a la Constitución, declarar la guerra al Poder Judicial y a los medios de comunicación, aislarse internacionalmente rompiendo relaciones con Israel y abrazándose a una Palestina en manos de Hamás, enemistarse con Argentina y con Italia, mantener el paro juvenil en niveles de récord, salir en portadas de la prensa internacional en la que te llaman de todo menos 'genio' logras perder unas elecciones por tan solo dos diputados, es evidente que no te ha ido mal. No has ganado, pero no has perdido. Cualquier otro análisis llevará a la derecha a la frustración, que es la antesala de la melancolía.

Si con todo lo anterior el PP no es capaz de canalizar el descontento, ilusionar a la España no sanchista y liderar una alternativa indiscutible y masiva, resulta claro que tienen un problema. O varios. Tienen un problema con las campañas electorales, con la estrategia, con la comunicación y con la imagen, pero también con el programa, con las propuestas, con la interpretación de la realidad e incluso con la ideología, de la que, en lugar de una gran cosmovisión solo se aparecen retazos inconexos y muchas veces incoherentes. Pero también con algunas caras y algunos liderazgos. La realidad es que con lo que el PP logra elección tras elección no les vale para desalojar a Sánchez del poder. No es suficiente y vuelve a quedar claro. Y lamento recordar que nunca lo han tenido tan fácil: el PSOE está, probablemente, en el peor momento de la legislatura, rodeado por los escándalos y en medio de medidas impopulares. A partir de aquí solo puede ir a mejor. Porque ayer parte del electorado del PSOE se quedó en casa mientras que el del PP se movilizó. Da la sensación de que la distancia entre ambos, que se ha duplicado, no es consecuencia de un incremento de votos al PP sino de una desmovilización en el PSOE que, en unas generales, podría revertirse.

El PP ha ganado, pero corre el riesgo de quedarse a vivir en un espejismo. Su discurso no le sirve para crecer por el centro –por sus pactos globales con Vox– pero tampoco por la derecha –por su evidente incomodidad al hacerlo–. En este sentido, no solo no logra recuperar a votantes a su derecha, sino que ve cómo por allí aparece otra fuerza con 800.000 votos, una penetración enorme entre los jóvenes y que no tiene pinta de ser algo puntual sino la punta del iceberg de un movimiento de fondo. La estrategia, por lo tanto, no funciona. Y las pequeñas victorias tácticas o las manifestaciones masivas no pueden ocultar el hecho de que hace falta mucho más para ganar a Sánchez. Urge hacer autocrítica y corregir el rumbo con audacia, ambición y, por una vez, análisis valientes.

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